24 de marzo de 2024
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]P[/fusion_dropcap]edro Zafra Gómez es un sacerdote natural de Córdoba y el mayor de 10 hermanos. Pertenece al camino Neocatecumenal y reside en Kiev desde hace una década. Recientemente, estuvo en Albacete invitado por la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada para ofrecer su testimonio sobre la situación actual en Kiev. Aprovechamos esta oportunidad para conversar con él.
Pedro, después de dos años desde que estallara la guerra, ¿cómo describirías la situación actual en Kiev?
La situación en Kiev es bastante precaria e incierta. Si bien los bombardeos ahora son menos frecuentes, la población está muy cansada psicológicamente debido a la movilización de los hombres y el miedo constante por la seguridad de sus familias. También hay precariedad en los trabajos y en la economía. La gente está cansada de las alarmas antimisiles, que suenan constantemente y perturban la vida cotidiana, obligando a refugiarse en los búnkeres, incluso durante el horario escolar de los niños. El cierre de algunos supermercados y la congestión del tráfico, especialmente por el cierre de puentes, contribuyen aún más al agotamiento físico y mental de la población, que vive sin saber lo que puede pasar en el futuro.
Pedro, supongo que es muy difícil acostumbrarse a vivir en una situación de guerra
Al principio, resultó bastante difícil porque era una situación nueva para todos. Teniendo toque de queda que antes era a las 8 de la tarde y ahora es a las 12 de la noche. Sin embargo, desgraciadamente, nos hemos acostumbrado un poco a vivir en esta situación.
Creo que esto se debe a la fuerza que Dios nos otorga. Como sacerdote, llevo a la gente una palabra de esperanza, recordándoles que Jesucristo ha resucitado y que nos aguarda una vida eterna en el cielo. Esto es lo que sostiene a toda la comunidad. Porque la palabra de Dios tiene el poder de cambiar los corazones de las personas, para que, en lugar de rebelarse, en una situación difícil como esta pueden acudir a Dios.
¿Cuál es la misión del sacerdote en una situación como la que estáis viviendo?
En primer lugar, la administración de sacramentos. También en la parroquia continuamos con la catequización de los niños, jóvenes… Los jueves, salimos a la calle para anunciar la buena nueva, visitando casas y llevando el Evangelio. Nuestra misión principal es anunciar el amor al enemigo. Ahora en esta situación es muy difícil amar al enemigo. Si ya es difícil amar al prójimo, es mucho más complicado amar a aquel que mata a tus parientes a tu hijo, a tu hermano, a tu marido. Pero vemos que las palabras del Sermón de la Montaña también se cumplen incluso en medio del conflicto. Es un milagro ver cómo algunos de nuestros parroquianos rezan por sus enemigos, y reconocemos que esto es una obra que Dios hace en nosotros.
Impactante, enseñar a amar al enemigo
Sí, es extremadamente difícil, porque nuestros esquemas humanos no nos lo permiten. Pero sabemos que la justicia divina es la justicia de la cruz, donde el amor se expresa en la muerte por el prójimo, por el enemigo. Eso es lo que predicamos: el amor de Dios hacia cada uno de nosotros, reconociendo que todos somos sus hijos, incluso aquellos que consideramos enemigos.
Como sacerdote, ¿qué es lo que más te hace sufrir de toda esta situación de vivir en guerra?
Lo que más me duele es ver a la gente sufrir y que no tiene una palabra de esperanza como la que yo he recibido. Observo a personas que viven en desesperanza y con odio, lo cual es comprensible dado que han perdido a familiares y hogares. Sin embargo, considero que esta situación representa una oportunidad que el Señor me brinda para mi propia conversión, para reconciliarme con el prójimo y con mis enemigos.
Estamos hoy en Domingo de Ramos. En estos días veremos muchas imágenes de Cristo crucificado y de la Virgen dolorosa por las calles de nuestros pueblos y ciudades, pero la pasión sigue siendo muy real, especialmente en lugares como Kiev.
Sí, es así. Como también nos recuerda la Sagrada Escritura, nosotros completamos la pasión de Jesucristo en aquellos lugares donde los cristianos sufren, donde la Iglesia está perseguida, donde hay guerras. Todos los cristianos que ofrecen su sufrimiento por la Iglesia, por el anuncio del Evangelio, participan en esta pasión de Jesucristo. Por eso, la Semana Santa es una oportunidad para ser partícipes de la obra salvadora.
¿Cómo os podemos ayudar?
La oración es fundamental, y puedo poner un ejemplo concreto. Como mencioné soy del camino Neocatecumenal. Mi primera comunidad de Córdoba está formada por muchos matrimonios jóvenes que tienen unos 90 niños. Yo he sido testigo de cómo la oración de tantos niños y adultos, así como la de los monasterios que conozco aquí en España, nos está fortaleciendo. Además, siempre está la posibilidad de ayudar económicamente, manifestando así la caridad hacia aquellos que sufren.
Pedro se despide dando gracias a Dios por todo lo que Él está haciendo con él y por los milagros que le permite presenciar incluso en medio de esta situación de sufrimiento.