3 de noviembre de 2020

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Hemos vivido una emergencia sanitaria sin precedentes y cada uno, desde su posición, se ha esforzado por dar lo mejor de sí mismo. En esta crisis desconocida, mi experiencia de décadas de trabajo no era suficiente para luchar con éxito; así que fue la vocación la que tuvo que hacerse más patente que nunca. Pero la parte vocacional no te la enseña nadie. Por ello, hubo un momento en que me pregunté: ¿cómo puedo ser instrumento de Dios en medio de mis compañeros sanitarios?

Como jefa del Servicio de Logística del Complejo Hospitalario, mi profesión no consiste solo en ejercer una labor de vanguardia. Vanguardia también significa dar generosamente la mejor respuesta  posible ante imprevistos como los que nos ha tocado enfrentar.

Y estar a la vanguardia ha significado, en la práctica, recibir y canalizar con dinamismo y entrega las pequeñas y grandes donaciones materiales a nuestro hospital con que la sociedad de Albacete ha querido mitigar tanto sufrimiento.

La ciudadanía de Albacete empezó a dar muestras de una enorme generosidad a partir del día del padre. Fueron ayudas centradas en las necesidades que el mercado nacional e internacional había discontinuado el suministro. Hubo que coordinar y atender con eficacia el fenómeno social surgido, en un sinfín de colaboraciones.

Hoy quiero destacar las de esta gran diócesis de Albacete, con su vicario general D. Julián Ros, como portavoz. Con él trabajamos cercanamente durante los 3 meses críticos de la pandemia en varias actuaciones que deseo remarcar:

– Compra y donación de 4 respiradores de cuidados de críticos y un equipo portátil de rayos X, de manera conjunta con las parroquias de Albacete. Estos equipos han permitido reforzar la dotación tecnológica en nuestros hospitales de Albacete para el cuidado de los enfermos de la COVID-19.

– Cesión gratuita de espacio en la Casa de Ejercicios para almacenamiento de material sanitario.

– Hospedar en la Casa de Ejercicios al personal sanitario contratado para ayudar durante la pandemia por la COVID-19 y que fueron desalojados por cierre estival de su Residencia Pública.

La diócesis de Albacete manifestó, desde el principio, su apoyo solidario. Y supo canalizar las aportaciones generosas de sus feligreses, aunando la intención con la acción, y posibilitando que cada uno pudiese aportar su granito de arena.

La generosidad y el agradecimiento han sido los grandes protagonistas de este tiempo. Y todos y cada uno, desde sus circunstancias personales y profesionales, nos hemos puesto al servicio de los demás para llevar un rayo de esperanza a quienes lo han necesitado. Tanto, que se nos han ensanchado los corazones.