El papa Francisco ha propuesto, a toda la Iglesia, la celebración del Domingo de la Palabra de Dios en el tercer domingo del tiempo ordinario. Es una llamada a que la palabra ocupe un mayor relieve en la vida de la Iglesia. Se debe vivir este domingo como un día solemne donde se entroniza el texto sagrado y se proclama la palabra con mayor solemnidad para propiciar una reflexión particular en los fieles.

El Papa dice que «es un momento oportuno de ese periodo del año, en el que estamos invitados a fortalecer los lazos con los judíos y a rezar por la unidad de los cristianos. No se trata de una mera coincidencia temporal: celebrar el Domingo de la Palabra de Dios expresa un valor ecuménico porque la Sagrada Escritura indica, a los que se ponen en actitud de escucha, el camino a seguir para llegar a una auténtica y sólida unidad».