1 de septiembre de 2021
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]n estos días se cumplen diez años de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud que tuvo lugar en Madrid del 16 al 21 de agosto. Diez años son muchos años. Algunos de los que participaron en ella ahora ya son sacerdotes, otros médicos o maestros. Algunos ya han celebrado su matrimonio y han tenido hijos. Diez años después, en nuestros corazones sigue la invitación de aquella Jornada: “Firmes en la fe”.
Diez años son motivo para dar gracias a Dios por los frutos recibidos. Dar gracias a Dios por las personas que desde el sacrificio, el trabajo y la dedicación hicieron posible este encuentro en nuestra diócesis y en Madrid. Muchas personas están recordando aquella Jornada como uno de los momentos más importantes en su vida.
En Albacete, nos preparamos para ese acontecimiento de la mejor manera posible. Toda la diócesis se movilizó para recibir la Cruz de la JMJ y el Icono de la Santísima Virgen que durante tres días recorrió nuestra diócesis de lado a lado. Un grupo maravilloso de voluntarios recibió una formación específica para tal misión. Una gran Comisión Diocesana, que tuve el honor de dirigir, y bajo la presidencia de D. Ciriaco, organizó y gestionó la acogida de setecientos peregrinos de más de veinte países en nuestra diócesis.
Todos recordaremos la acogida del pueblo de Albacete en el Salón de Plenos del Excmo. Ayuntamiento; las comidas y cenas en el Seminario Diocesano; el Festival de la Cultura; las Eucaristías en las Parroquias de la ciudad, las manchegas en el Parque Abelardo Sánchez, la representación de la Pasión de los jóvenes de Peñas de San Pedro en el Palacio de Congresos, o la Eucaristía de Envío en la Caseta de los Jardinillos. Las calles de Albacete se llenaron de alegría como después también se inundaría de alegría la ciudad de Madrid.
Sin duda los Días en las Diócesis, en particular en nuestra diócesis, fueron momentos de profunda significación. Nuestra diócesis vivió un signo de comunión fraterna. Todos, sacerdotes, laicos y religiosas nos unimos desde distintos grupos: Comunidades Neocatecumenales, Focolares, Movimiento Scout Católico, Juventudes Marianas Vicencianas, Opus Dei entre otros. Una experiencia de comunión como no había existido hasta entonces, entregando la vida por abrir las puertas de Iglesia de Albacete a jóvenes venidos de diferentes países. Fruto de aquella Jornada fue el inicio del Coro Diocesano que hasta hoy sigue realizando su misión en medio de nosotros.
No podemos olvidarnos de Antonio Martín, secretario que la Comisión que desarrollo un papel fundamental. De tantos bienhechores y benefactores como la Policía Local, El Cuerpo Nacional de Policía, las Instituciones Públicas, El Excmo. Ayuntamiento de Albacete y la Excma. Diputación, y de empresas privadas de Albacete que ayudaron desinteresadamente a nuestra diócesis, para que ésta no sufriese ningún gravamen económico.
Después de la Eucaristía de envío en Albacete nos esperaba Madrid. Precisamente el Papa Benedicto XVI fue a la Parroquia que en aquel momento estaba en manos de un albaceteño, Carlos Manjón, Capellán Castrense de la Base Aérea de Cuatro Vientos.
Gratitud a las Parroquias que acogieron a los más de mil jóvenes que acudieron de nuestra diócesis a aquel acontecimiento.
Me quedo con el Via-Crucis, con imágenes traídas de toda España a Madrid, me quedo con la Vigilia de Oración en Cuatro Vientos, con la Adoración al Santísimo en medio de una terrible tormenta. Me quedo con la Iglesia Universal, con la experiencia única de llevar a los jóvenes a Cristo, a su Iglesia, me quedo con una Iglesia joven que muestra la belleza del Evangelio.
Recordar aquel acontecimiento es motivo de acción de gracias a Dios por lo que supuso para la Iglesia Universal y para nuestra Iglesia Diocesana de Albacete.
Termino con las palabras del Papa Benedicto XVI en su encuentro con los voluntarios de la JMJ de Madrid 2011: “Al volver ahora a vuestra vida ordinaria, os animo a que guardéis en vuestro corazón esta gozosa experiencia y a que crezcáis cada día más en la entrega de vosotros mismos a Dios y a los hombres”.