26 de febrero de 2023
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Dentro del Aula Abierta de Teología Pastoral del Instituto Teológico Diocesano de Albacete (ITDA) para conmemorar la festividad de Santo Tomás, el profesor del Instituto, Antonio López Soria impartía la conferencia titulada Fe y ciencia. Una fe de andar por el aula.
“Durante toda la democracia hemos mantenido una mayoría absoluta en la matrícula de la clase de religión. Pero es igual de cierto que la presencia de los jóvenes en las parroquias ha ido descendiendo, siendo visible una exigua vida eclesial de nuestros zagales. En el año 2010 el Papa Benedicto XVI se lamentaba al comprobar la curiosa desproporción después de tantos años impartiendo la clase de religión a nuestros jóvenes, siendo “incomprensible cómo es posible que sea tan poco lo que se les queda”. Ello debe interpelarnos y cuestionarnos sobre cómo planteamos a los jóvenes la razonabilidad de la fe.
Por un lado, las Ciencias les cautivan y convencen, y por otro siguen demandando mayoritariamente la clase de religión. Razón y fe, fe y ciencia, tienen cabida en su vida. Y es que, ciertamente, ambas buscan la verdad del ser humano, aunque por caminos distintos. La reflexión del hombre, que ambas abordan, versa sobre el propio ser humano y lo que le trasciende.
La encíclica Fides et Ratio nos recuerda que por la criatura podemos llegar al autor; por analogía, la creatura nos remite a su creador (n.20). Así pues, obtenemos una doble vía: la razón natural y la fe divina. Lo importante de ellas es que ambas respeten su independencia mutua y se complementen. De tal manera que la ciencia/razón ilumina a la fe, para no creer en cualquier cosa y caer en un fideismo ciego; y la fe ilumina a la razón para llegar a comprender aquello que ni la propia ciencia logra comprender.
Conjuguemos ambas realidades. ¿Podemos encontrar alguna realidad en el universo que nos remita al misterio? Aun siendo por analogía, si las encontramos. La luz, es un ejemplo, los científicos hasta hace bien poco andaban divididos, los que aseveraban y demostraban que el fotón era una partícula, y los que argüían que era una onda. Ahora ya coinciden que la luz es a la vez onda y partícula; dos naturalezas para una misma realidad. Conservando todas sus propiedades como verdadera partícula y como verdadera onda. Cuantificando y midiéndose de forma diferente. ¿Tan irracional es pensar que una misma realidad humana sea a la vez verdaderamente hombre y verdaderamente divina?
El agua, sin la cual no podríamos hablar de vida, se presenta en tres estados: líquido, sólido y gaseoso. Físicamente distintos, estructuralmente diferentes, y naturalmente reluctantes, pues si se da en uno de sus estados no se puede dar en los otros dos. ¿Pero hay alguna excepción que confirme esta regla? Sí, es el llamado “punto triple del agua”. Es excitantemente llamativo que en unas determinadas condiciones (de presión -611.73 Pa ITS90-, temperatura – 273.16 K [0.01 °C]-, luz…) hay un punto en el que los tres estados del agua convergen, y conviven al mismo tiempo líquida, sólida y gaseosamente. Un solo elemento y tres estados distintos de esa naturaleza. Lo que la temperatura, presión y luz es a la ciencia como condicionantes para maravillarse de ese hecho excepcional, la fe, esperanza y caridad es a la religión como condicionantes para la vida creyente y el reconocimiento trinitario de Dios”.