3 de abril de 2022
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Carmen Peña García lleva prácticamente toda su vida vinculada a la acción que promueve la Iglesia Católica. Doctora en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia Comillas, se considera una mujer de personalidad inquieta y afanada por el conocimiento. Referente en el mundo de la docencia, ha conseguido hacer de su pasión por el saber, su profesión.
Su labor también engloba actividades de asesoría en los consejos de importantes revistas, como son Ius Canonicum y Estudios Eclesiásticos. Esa querencia por la divulgación la ha llevado a ser ponente en multitud de congresos y a que en su haber cuente con casi un centenar de publicaciones. Esta gran trayectoria la lleva a ser nombrada miembro de la Comisión Teológica del Sínodo de la Sinodalidad.
Además, en 2018, coincidiendo con el proceso de renovación sobre el que tanto habla el Papa Francisco, fue nombrada consultora del Dicasterio de Laicos, Familia y Vida del Vaticano. Tal y como apunta el Pontífice, el lenguaje de la Iglesia no debe seguir anclado en el pasado, sino adaptarse a los nuevos tiempos, a la nueva realidad social e ir rompiendo con los viejos clichés en torno al papel de la mujer y a su participación en el ámbito eclesiástico. Carmen representa el camino a seguir para consolidar y afianzar ese necesario cambio en el mundo laico.
Nos encontramos ante dos palabras clave: Sínodo y mujer. Teniendo en cuenta que el término Sínodo significa hacer camino juntos, ¿cree usted, dada su posición de miembro de la Comisión Teológica del Sínodo, que este Sínodo está propiciando realmente el hacer camino juntos?
A grandes rasgos sí. De hecho, la premisa clave es reflexionar en torno a esa idea del Sínodo como Pueblo de Dios. En la actualidad, el Papa Francisco ha apostado por la renovación, por lo que cobra aún más importancia si cabe esta idea de Iglesia sinodal, ya que nos invita a todos a reflexionar sobre el papel del propio Pueblo de Dios dentro de la Iglesia.
A raíz de ese razonamiento, ¿qué papel tiene o debería tener la mujer dentro de esta Iglesia sinodal?
Dado que el Sínodo es una llamada a la reflexión sobre el sujeto eclesial en su conjunto, se considera por tanto un gesto más para seguir profundizando en la corresponsabilidad de todos los fieles a raíz del bautismo; de ahí que se prosiga con el planteamiento del
papel que desempeña la mujer en la Iglesia. De hecho, desde hace varios años se han ido abriendo diversos cauces de participación para los laicos; y siempre tomando como punto de referencia el bautismo, que además de ser el sacramento que nos une a todos, es también la fuente donde radica nuestro compromiso eclesial.
¿Qué obstáculos y barreras considera que habría que vencer para que mejorara esa participación de la mujer dentro de la Iglesia?
Identifico dos barreras importantes. La primera es la ignorancia sobre este tipo de cuestiones. Realmente, muchas veces ni las propias mujeres, ni el resto de la jerarquí eclesiástica son plenamente conscientes de todas las vías de participación. Es por ell que se debería hacer hincapié en la formación, en el conocimiento de los cauces ya existentes en el Derecho Eclesial, para que así todas estas vías no queden infrautilizadas. Y posteriormente, como bien dice el Papa Francisco, sería necesaria un conversión tanto del corazón, como de las estructuras eclesiásticas, para así evitar caer en el clericalismo. Por tanto, se debe fomentar si o si el protagonismo de las mujeres dentro de la Iglesia, ya que de esta forma se reflejaría más fielmente la diversidad y la verdadera dimensión del Pueblo de Dios.
¿Necesitaríamos alguna reforma que hiciera disminuir el clericalismo dentro de la Iglesia?
La principal reforma es la conversión, ya que sigue habiendo reticencias a una mayor presencia de mujeres en determinados cargos eclesiásticos. Por tanto, creo que sería muy bueno para la Iglesia emprender reformar nuevas, aunque destacaría aún más si cabe el aplicar lo que ya tenemos a día de hoy.
¿Qué opinión le merece el lema del Sínodo: comunión, participación y misión?
Es un lema muy completo que refleja a la perfección lo que es la Iglesia sinodal, ya que todo parte de la concepción de la Iglesia como el Pueblo de Dios. El sacramento de la comunión nos anima a convivir juntos, a pesar de las diferentes sensibilidades que puedan existir dentro de la propia Iglesia. Se nos llama a evitar la guerra y a centrarnos en lo que nos une, a que participemos directamente en el proceso de evangelización; es decir, acentuar la unión y desterrar todo aquello que nos separa. Y con respecto al tema de la participación, se demanda un papel más activo de todas las personas que han sido bautizadas, ya que la Iglesia no sólo es cosa de los sacerdotes. Debemos estar comprometidos con la misión que Cristo nos ha encomendado, que es el llevar el Evangelio a todos los rincones del mundo.
Y ya para concluir, ¿qué podemos hacer para que este Sínodo responda a ese deseo, a esa petición del Papa de que sea un proceso de escucha hacía con todos?
Simplemente participar. Ahora mismo nos encontramos en la fase más importante, en la fase de escucha diocesana. Lo principal es participar y tomar parte, y para ello tenemos que ser sinceros y manifestar con claridad y sencillez las esperanzas y deseos que tenemos para con la Iglesia. De esta manera, cuanta más amplia sea la escucha y más gente participe, mayor será la ayuda que se pueda prestar.
Pedro Pablo Quílez