obispo rolando

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12 de enero de 2025

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Mons. Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, Nicaragua, ha visitado Albacete. En febrero de 2023 fue condenado a 26 años de prisión. Tras pasar un año encarcelado, en enero de 2024 fue expulsado de su país y enviado a Roma. En Albacete, Mons. Álvarez, junto a sus sacerdotes diocesanos, ha conmemorado el centenario de la fundación canónica de la diócesis de Matagalpa, una diócesis pequeña de 6.500 kilómetros cuadrados, predominantemente rural, con una población de 600.000 habitantes, 28 parroquias y un 75% de católicos.

Mons. Rolando, ¿Cómo está?
Gracias a Dios, bien. He comenzado una visita pastoral. En Grecia he dado ejercicios espirituales a las dominicas de clausura. Después visité Toledo, donde hay tres seminaristas de mi diócesis. En Sevilla estuve con dos seminaristas y dos sacerdotes, con el objetivo de conocer cómo se encuentran y cómo se sienten. Desde allí viajé a Valencia para visitar a dos sacerdotes, y ahora estoy en Albacete, donde hay tres sacerdotes en Casas de Ves atendiendo la pastoral de las parroquias y, al mismo tiempo, viajando a Valencia para especializarse en teología. El 24 de diciembre volví a Roma para concelebrar en la misa del inicio del Jubileo.

Un obispo cercano a sus sacerdotes y su gente
Siempre trato de estar cerca de mis sacerdotes. Para mí, esa es la principal tarea pastoral, incluso antes que cualquier otra opción preferencial. Ellos son mis hijos, mis hermanos, mis amigos y mis colaboradores más íntimos en la misión apostólica y evangelizadora que el Señor me ha confiado. Sin los sacerdotes, no podría trabajar. Por eso, dedico todo el tiempo necesario tanto a ellos como a los seminaristas, que representan el futuro del clero.

¿Cómo vive la iglesia nicaragüense la situación del país?
Recordamos con gratitud la carta que el Santo Padre dirigió a los nicaragüenses el pasado 2 de diciembre. En ella, el Papa emplea un lenguaje cercano y nos anima diciendo: “No se olviden de la providencia amorosa del Señor, que nos acompaña y es la única guía segura. Precisamente en los momentos más difíciles, donde humanamente parece imposible entender lo que Dios quiere de nosotros, estamos llamados a no dudar de su cuidado y misericordia”.

Seguir a Cristo lleva a la persecución. ¿Cómo afrontar esta situación?
Siempre hago referencia a la carta del Papa, que dice: “Tengan la certeza de que la fe y la esperanza realizan milagros. Miremos a la Virgen Inmaculada; ella es el testimonio luminoso de esa confianza. Ustedes siempre han experimentado su amparo materno en todas sus necesidades y han mostrado su agradecimiento con una religiosidad muy hermosa y rica espiritualmente”. Por eso, nosotros nos acogemos siempre a la Purísima, la patrona de Nicaragua.

¿Algún mensaje a los jóvenes?
Sí, les invito a volver la mirada a la Sagrada Familia: Jesús, María y José. San José, como varón justo, nos da un ejemplo de valentía y confianza en la Providencia. En la carta Patris Corde, el Papa Francisco reflexiona que, en cada circunstancia de su vida, José supo pronunciar su «sí», como María en la Anunciación y Jesús en Getsemaní. El Evangelio nos enseña que Dios siempre logra salvar lo importante, pero con la condición de que tengamos la valentía creativa de José, quien supo transformar un problema en una oportunidad, confiando siempre en la Providencia.

A los jóvenes les animo a decir «sí». Les pido que sean valientes, creativos e innovadores. Que no tengan miedo y mantengan la energía necesaria para transformar el mundo en un lugar mejor para todos.

No es la primera vez que nos visita
No, esta es la segunda vez que visito Albacete. Hemos establecido un hermanamiento entre ambas diócesis. Desde Albacete se acoge a sacerdotes de mi diócesis para que estudien en Valencia en la Universidad Católica. Me siento muy a gusto aquí porque encuentro una Iglesia doméstica que me recuerda a mi propia diócesis.

¿Qué le pide al nuevo año?
No le he pedido más que hacer la voluntad del Señor. En ella se encuentra nuestra paz y nuestra esperanza. No me interesa más que hacer lo que el Señor quiera. Sólo le pido al Espíritu Santo discernimiento para descubrir la voz del Señor en mi interior, en los signos de los tiempos y en los acontecimientos de la historia. También en cada encuentro con los demás, mirándonos a los ojos sin miedo, sin humillaciones ni extrañezas, para que así nazca en nosotros la voluntad divina.