El ministerio del obispo en la Iglesia: misión, funciones y nombramiento

El ministerio del obispo en la Iglesia: misión, funciones y nombramiento

7 de mayo de 2025

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La Iglesia fundada por Cristo, extendida por todo el mundo -católico significa universal-, está formada por todos los bautizados, llamados a llenar de espíritu cristiano todos los ámbitos de la vida. Al frente de la misma está el Papa, Obispo de Roma. Las iglesias locales o diócesis, hacen presente esa Iglesia universal en cada lugar, siendo así una porción del pueblo de Dios, cuyo cuidado pastoral se encomienda al Obispo quien, como sucesor de los apóstoles, ha recibido este encargo, continuación de la misión que Cristo encomendó a los Doce.

Por la consagración episcopal, los obispos reciben la misión de santificar al Pueblo de Dios, especialmente por medio de las acciones litúrgicas y los sacramentos. Asimismo, tienen la función de regir al Pueblo de Dios, gobernándolo en nombre de la Iglesia, y la misión de enseñar, transmitiendo las enseñanzas de los apóstoles y la doctrina cristiana. El lugar privilegiado desde el que el obispo enseña es la cátedra, o sede, que da nombre a la iglesia en la que se encuentra y de la que recibe su nombre: la Iglesia Catedral.

Para su nombramiento, se establece que, al menos cada tres años, los obispos de la provincia eclesiástica —una región que agrupa varias diócesis bajo la presidencia del arzobispo metropolitano— deben elaborar, de común acuerdo y bajo secreto, una lista de presbíteros considerados más idóneos para el episcopado. Albacete pertenece a la provincia eclesiástica de Toledo, que abarca todas las diócesis de Castilla-La Mancha. Esta lista es enviada a la Santa Sede. Para esta idoneidad, se requiere que el candidato sea firme en la fe, de buenas costumbres, piadoso, celoso por las almas, sabio, prudente, con virtudes humanas, que tenga al menos 35 años de edad y 10 años de ordenación sacerdotal, y que sea experto en las ciencias sagradas. Su nombramiento es competencia exclusiva del Papa.

Al Obispo Diocesano le compete, dentro de su diócesis, toda la potestad ordinaria requerida para el ejercicio de su función. Es la máxima autoridad en la Diócesis, al tiempo que actúa como pastor y padre común, garante de la unidad del Pueblo de Dios que vive en esa Iglesia particular: clérigos, religiosos y laicos. A ellos se dirige su ministerio, y de ellos se deja ayudar, para que, con su colaboración, todos vivan de manera activa la misión que Cristo encomendó a la Iglesia.