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20 de septiembre de 2020

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El próximo 27 de septiembre, domingo, es la fiesta de San Vicente de Paúl. Mucho suena su nombre; de hecho, es uno de los santos más buscados en Google, pero, poco, relativamente, se conoce de su obra, en un momento histórico que tiene características parecidas a las que nos toca vivir en este tiempo de pandemia. 

La vida de Vicente de Paúl, desde su comienzo hasta su muerte, en 1660, con 80 años a sus espaldas, está inmersa en una pandemia general permanente: peste, guerra, hambre, miseria moral y humanitaria; niños abandonados, pobres y mendigos por todas partes, que reclaman medios urgentes de supervivencia. Durante la vida de San Vicente, Francia entera se desangraba, envuelta en cruentas contiendas intestinas (Guerra de la Fronda) e interminables guerras internacionales (Guerra de los Treinta Años).

Todavía joven sacerdote, Dios le sale al encuentro precisamente un domingo en que se preparaba para la celebración de la misa, en un pueblecito del sur de Francia, Chatillon les Dombes. Antes de comenzar la celebración dominical le avisan de la situación extrema de una familia que, materialmente, se muere de hambre. El pueblo entero acude a ayudar a aquella familia. Sobra de todo, aquella noche, pero, ¿y los días sucesivos, que va a pasar? 

Así de simple, así de sencillo: no basta con socorrer al pobre y necesitado en un momento concreto, sino que hay que hacerlo organizada y corporativamente. Comienza a organizar las caridades: Cofradías de Caridad, las llama él. Y este es origen de lo que hoy llamamos AIC, Asociación Internacional de Caridad.

Pero, esta es sólo el embrión de una gigantesca obra de caridad que abarca todos los aspectos y pobrezas del ser humano: del hambre material a las carencias intelectuales y morales; del odio y la guerra a las causas que las producen. 

De la mano de la primera institución de Caridad nacerán, como por generación espontánea, otras instituciones que cubrirán la amplia gama de carencias y pobrezas de la sociedad de su tiempo: Hijas de la Caridad, que atenderán al pobre en sus casas y llenarán de pequeñas escuelas los barrios marginales; la Congregación de la Misión o Padres Paúles, que asumirán como Misión específica la evangelización de los pobres del campo y formarán a los sacerdotes que los atienden. Y lo que es aún más admirable, Vicente de Paúl, con gran influencia en la corte francesa, ya que era confesor de la reina consorte, logra involucrar a la alta sociedad femenina en la atención y servicio de los pobres, y más específicamente en la atención y acogida de los niños abandonados: ese es el origen de lo que en su tiempo llegó a llamarse: Damas de la Caridad. Se adelantó así, en siglos, al intento de acercamiento y colaboración entre las distintas clases sociales.

Esta corriente de caridad rompe fronteras y tiempos: llega como corriente de agua limpia, como soplo del espíritu, a todas las latitudes. Por eso, Vicente de Paúl no es solo el gran Santo del Gran siglo Francés, sino también y, sobre todo, el Patrono universal de la Caridad.Mas de 200 instituciones cristianas, católicas y no católicas, se declaran hoy herederas del espíritu o carisma vicenciano. Ellas constituyen lo que llamamos la gran Familia Vicenciana universal.

El espíritu de Vicente de Paúl sigue vivo en las periferias sociológicas de Albacete.

La Familia Vicenciana se establece en Albacete, siguiendo los impulsos de su carisma, de atender, prioritariamente, a los más pobres, o de establecerse en las zonas más necesitadas de servicios pastorales o sociales. Primero, llegamos los Paúles, en 1970; después, las Hermanas, en 1983. Y de estos troncos consolidados nacen después las distintas ramas de la Familia Vicenciana global:  AIC, SSVP o Conferencias de San Vicente, Asociación de la Medalla Milagrosa, JMV o Juventudes marianas Vicencianas. Poco importa el orden de llegada o de comienzo de sus actividades específicas, lo importante es que todos estamos aquí, situados en las “periferias” de Albacete, o en los emplazamientos de mayor urgencia pastoral o social de la ciudad.

Estos son los servicios pastorales prioritarios de los Paules:

Atendemos, en primer lugar, dos de los barrios más conflictivos de la ciudad: La Estrella y La Milagrosa. Somos capellanes de dos residencias de ancianos, San Vicente de Paúl y San Antón; de la cárcel y del hospital de Albacete.

Al ser comunidad, estamos en disposición de apoyar y colaborar en los distintos servicios pastorales que nos demandan nuestros hermanos sacerdotes del arciprestazgo. Nuestra actitud es de permanente disponibilidad. 

Y estos los servicios de las Hijas de la Caridad

En estos tiempos difíciles para la educación, las Hermanas, con el equipo educativo seglar correspondiente, llevan la tarea educativa integral en el colegio María Inmaculada, con especial atención a la educación en valores, desde una perspectiva cristiana. 

La Comunidad de Hermanas de la Obra Social Margarita Naseau están totalmente integradas en el barrio de Las Seiscientas, organizando actividades de formación cívica y social, con especial atención a los sectores más vulnerables: emigrantes (tienen tres pisos de acogida), jóvenes sin trabajo, madres adolescentes; organizan talleres y actividades formativas de todo tipo; visitan a enfermos y familias desestructuradas etc.

Las otras ramas de la Familia Vicenciana de Albacete…

Tratan de ser fieles al carisma que les vio nacer, cada una con su carácter específico:

Existen dos grupos de AIC, uno ubicado en el colegio la Inmaculada, vinculado a la parroquia de San José, y otro, en la calle Tejares, vinculado a la parroquia de Las Angustias y San Felipe Neri. Ambos grupos atienden necesidades perentorias de gente sin recursos, colaboran en el reparto de alimentos, si es necesario, organizan talleres de formación; confeccionan o preparan ropas viejas para dignificarlas antes de repartirlas a quienes las necesitan.

Las conferencias, dentro de sus posibilidades económicas, auxilian aquellas necesidades perentorias, como impago de alquileres a punto del desahucio. Y gestionan y pagan los billetes para el traslado nacional e internacional, y la comida del viaje de los necesitados, después del estudio y aprobación por parte de los miembros.

La Asociación de la Medalla Milagrosa organiza las capillas de la Visita domiciliaria de la Virgen Milagrosa; reparte parte importante de sus recursos, provenientes de la visita domiciliaria, a proyectos o personas de especial necesidad. Cuida el culto de la Virgen y organiza la solemne Novena de la Medalla Milagrosa en la ciudad.

Juventudes Marianas Vicencianas colabora especialmente en la creación y atención pastoral de grupos de niños y de adolescentes en el colegio de la Inmaculada. También, algunos de ellos en la catequesis parroquial, especialmente en parroquias marginales.

Ojalá la fiesta de San Vicente de este año estimule a su gran familia vicenciana a la fidelidad a su espíritu originario y les estimule a un nuevo esfuerzo de creatividad en la acción, que les haga más fuertes ante las dificultades y más actuales y eficaces ante las nuevas necesidades y retos de nuestro tiempo