25 de junio de 2023
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]L[/fusion_dropcap]a Catedral de Albacete acoge el sábado, 1 de julio, a las 10 de la mañana, la ordenación sacerdotal de Saúl Muñoz y Alejandro Marquina. Saúl es de Riópar y es diácono en Santa María de Villarrobledo; Alejandro está como diácono en su parroquia de San Blas de la que es natural.
¿Qué sentimientos tenéis ante vuestra ordenación sacerdotal?
Saúl: Estos días previos los estoy viviendo con alegría. La ordenación sacerdotal es un gran regalo, Dios se fía de mí y, por medio de la imposición de manos del Obispo, me confiere este gran ministerio. Lo vivo con cierto miedo, el Señor pone en mis manos una gran labor y responsabilidad que me supera debido a mis defectos y limitaciones. Y, por último, lo vivo con confianza, Dios que se fía de mí como dice S. Pablo en su segunda carta a Timoteo “Sé de quién me he fiado”. Sé que me acompaña y que junto a María nuestra Madre no me dejan solo y me ayudarán en esta nueva tarea que la Iglesia me encomienda.
Alejandro: Si tuviese que poner en una balanza los sentimientos, la emoción y los nervios la equilibrarían. Emoción porque, tras muchos años preparándome y descubriendo la llamada de Dios, el día de la ordenación se acerca y, sin duda, son muchas las ganas de empezar a servir a la Iglesia como sacerdote. Nervios, es un paso que va a cambiar mi vida para siempre, una vida que ya no me pertenece, que es de la gente a la que estoy llamado a servir.
¿Cómo debe ser el sacerdote de hoy?
Saúl: Un hombre unido a Cristo Buen Pastor, por medio de la oración, la celebración de la Eucaristía y la administración de los sacramentos. Un hombre cercano a las personas, especialmente a los niños y jóvenes, porque ellos son, como decía S. Juan Pablo II, “la esperanza de la Iglesia”. Debe con su ejemplo de vida, imitando a Cristo, acercar a los hombres y a la sociedad hacia Jesús, haciendo ver que es “Camino, Verdad y Vida” y que siempre está a nuestro lado en los buenos y malos momentos de nuestra propia vida.
Alejandro: No hace tanto que hemos atravesado una pandemia realmente dura. Eso nos ha alejado y la única forma de entrar en contacto con los demás fue por medio de pantallas. Ante un mundo tan distante, el sacerdote debe estar en medio de la gente, presente y haciendo presentes a Dios y a la Iglesia. Igual que en el Camino de Santiago te vas encontrando señales de piedra que te indican el siguiente punto de la ruta, así el sacerdote tiene que señalar dónde está Cristo, apuntando con su vida y sus palabras la meta definitiva, siendo muy consciente de que el único protagonista es Dios, y no él mismo.
Un mensaje a los jóvenes
Saúl: Como he dicho antes parafraseando a S. Juan Pablo II, los jóvenes son la esperanza de la Iglesia. Les diría que busquen al Señor con sinceridad sin medias tintas y así descubrirán con ayuda de los sacerdotes, catequistas, … Aquello a lo que el Señor les llama y cuando lo descubran que respondan al Señor que sí, aunque nos de miedo, nos cueste, sabemos que Jesús es el amigo que nunca falla. Debemos fiarnos como María.
Alejandro: Durante la juventud son muchas las preguntas que van surgiendo, los interrogantes que salen al paso y multitud las respuestas que se pretenden alcanzar. Es un tiempo intenso de búsqueda y todo se puede resumir en la pregunta que el mismo Jesús hizo a los discípulos de Juan: “¿qué buscáis?”. Aquello que buscáis lo tenéis a vuestro alcance, pues en Jesús encontraréis todas las respuestas a vuestros interrogantes. En Jesús encontraréis cuál es vuestro camino, cuál es vuestra vocación. Responded, como respondieron aquellos discípulos. Maestro, ¿dónde vives? Jesús les dijo: “venid y veréis”.