D. Ángel Román: “Para que la Diócesis esté viva, se necesita amor y comunión”

D. Ángel Román: “Para que la Diócesis esté viva, se necesita amor y comunión”

7 de mayo de 2025

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El nuevo obispo de Albacete, Ángel Román Idígoras, comparte sus primeras impresiones tras comenzar su ministerio episcopal en la Diócesis. Agradecido y “apoyado en el Señor”, subraya la importancia de escuchar, caminar en comunión y poner el amor evangélico en el centro de la vida diocesana. En esta entrevista, habla de sus preocupaciones, sus primeras prioridades y la misión de una Iglesia “alegre y apasionada”.

El papa Francisco le ha nombrado nuevo Obispo de Albacete. ¿Qué sensaciones tiene?
Tengo la sensación de estar desbordado por el nombramiento; de profundo agradecimiento por tanta oración y la confianza de la gente; y, sobre todo, de estar apoyado en el Señor.

¿Cuáles son los retos de esta nueva etapa?
De momento, el reto es conocer las distintas realidades de nuestra Iglesia Diocesana y de la sociedad de Albacete: escucharlas, descubrir bondades y desafíos, y dar respuesta -entre todos- desde la alegría del Evangelio.

Le hemos oído repetir varias veces que «viene a Albacete con humildad y ganas de escuchar y trabajar». ¿Por dónde empezar?
Me parece clave empezar por el presbiterio: escucharnos, unirnos e ilusionarnos en la tarea pastoral. También quiero visitar y celebrar cuanto antes en Letur, nuestro pueblo afectado por la Dana, y saludar a quienes trabajan y viven en la cárcel de La Torrecica.

Como pastor, ¿qué cosas le preocupan?
Me preocupa la comunión y la participación de todos. No hay nada peor para un cristiano que andar divididos y recelosos entre nosotros; juzgar sin mirada evangélica la entrega y el trabajo de los hermanos; mantener conversaciones y críticas inmisericordes… en el fondo, no querernos. “Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles… si tuviera el don de profecía y conociera todo el saber… si tuviera fe como para mover montañas… si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría” (1 Cor 13, 1-3).

Todo es inútil si no amamos como Dios al hermano y al mundo Y no son ñoñerías, sino Amor con mayúscula: un amor que acompaña, que se entrega y da la vida.

Cuando andamos en comunión porque nos queremos de verdad, y todos nos sentimos hijos y protagonistas de la historia de la salvación, brota todo lo demás: una Iglesia viva, que ve y escucha, misionera, pendiente de todos -especialmente de los más necesitados- que suma y propone, y que hace lo que tiene que hacer sin despistarse: vivir y llevar la alegría y la esperanza del Evangelio a todos y entre todos.

¿Qué le pide a los diocesanos de Albacete?
Que revisemos nuestra vida a la luz de la respuesta anterior. Que busquemos el encuentro con Dios en una oración constante que nos haga crecer como bautizados y como comunidad; que no tengamos miedo y nos dejemos “tirar del caballo” alumbrados y guiados por la Palabra; y que pongamos nuestro corazón y nuestra voluntad en vivir el Mandamiento Nuevo.

Estoy convencido de que esto último es la llamada profunda que el Señor nos hace en esa oración sincera que propongo que hagamos todos. Poner el centro en vivir el mandamiento del Amor es lo que va a posibilitar que nuestra iglesia de Albacete siga siendo una Iglesia de hermanos que caminan juntos; una fraternidad que ofrece Pan del cielo y pan de la tierra, que celebra y cuida al más necesitado… una Iglesia alegre y apasionada en su misión.

Un libro: Mi planta de naranja lima.

Una película: La Pasión de Mel Gibson.

Una canción: El mejor momento de Pablo López

Una comida: Cocido madrileño

Un postre: Flan

Una ciudad: Madrid

Un plan ideal: Una tarde en la playa con amigos y familia

Una obra de arte: El David

Un motivo de gozo: ver a la gente contenta y unida

Un sueño: Un mundo fraterno

Playa o montaña: Playa

Aficiones: Frontón