7 de junio de 2020
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Un año más, en este domingo de la Santísima Trinidad, celebramos la “Jornada Pro Orantibus”, es decir, el día en que la Iglesia nos invita a orar por todos aquellos que han hecho tarea primordial de su vida orar por nosotros. Este año el lema es: “Con María en el corazón de la Iglesia”. La Virgen es todo corazón y nuestros contemplativos quieren ser una ofrenda de amor a Dios por todos nosotros.
Tenemos en la Diócesis, como un gran regalo del cielo, siete Monasterios. Nos vamos a acercar a cada uno de ellos para recoger una palabra de esperanza. En primer lugar, al Monasterio de las Cistercienses de Villarrobledo. Nació esta Orden en Francia en el siglo XII y llegaron a esta villa en el 1597. Responde a mis preguntas la Hna. Mª Teresa Barnuevo, hija de este pueblo. Haré las mismas preguntas a todas las entrevistadas, que serán las siguientes: 1ª ¿Qué te movió a entrar en este monasterio? 2ª ¿Qué dirías a las jóvenes de hoy? Y la Hna. Teresa me responde: Sentí una llamada interior que me decía que dentro del monasterio iba a encontrar lo mejor. Y a los jóvenes les diría que tomen conciencia de que la entrega a Dios no es perder la vida, sino ganar el amor divino que vale más que todo.
Ahora nos acercamos al Convento de las Hermanas Carmelitas, también en Villarrobledo. La fundación se hizo en el año 1654. Años antes había pasado por allá Santa Teresa camino de Villanueva de los Infantes. La carreta se estropeó y tuvo que hacer noche. Al día siguiente mucha gente quería ver a la santa. Y entre otras cosas les dijo que un día tendrían un Carmelo en su pueblo. Y así fue. Hablamos con la Hna. Monserrat de la Cruz, priora. A la primera pregunta me responde. A los 18 años descubrí a Jesús. Me gustaba mucho leer, y al conocer los escritos de S. Juan de la Cruz y Santa Teresa, comprendí que lo mío era vivir esta espiritualidad. A los jóvenes les diría que no se dejen arrastrar por el ambiente, sino que busquen y vean el por qué y el para qué de su vida.
Y seguimos caminando en el mismo pueblo hasta llegar al Monasterio de Clarisas. Estas llegaron a Villarrobledo en 1614. Responde a mis preguntas la Hna. Yolanda Fernández. Me dice que lo que le movió a ser clarisa es descubrir a sus 20 años que ella podía ser esposa de Jesús. A las jóvenes les diría que dediquen más tiempo a conocer a Jesús, a tratar con El. Si tal cosa hicieran, cuántas cosas cambiarían en sus vidas.
Ahora nos vamos al Monasterio de las Clarisas de Hellín. Llegaron a este pueblo en 1604. Durante siglos estuvieron en el centro y hace 35 años construyeron un hermoso convento en las afueras de la población, carretera de Liétor. Aquí responde a mis preguntas una joven novicia de 20 años, que comenzó su noviciado en pasado 8 de diciembre. Me movió a dar este paso, me dice, el ver el amor que se tenían las hermanas en la comunidad y la alegría en la que vivían. Esto me llevó a dar este paso tan importante en mi vida y si Dios quiere seguiré adelante hasta el final.
Ahora nos vamos hasta Alcaraz y nos encontramos con el Monasterio de Santa Magdalena de las Franciscanas de la TOR. El origen de esta orden se remonta a S. Francisco. En aquel tiempo ya vivían grupos de seglares que querían llevar una vida de oración y fraternidad. De esta manera en 1432 un grupo de mujeres empezaron en el pueblo esta experiencia. Una vez aprobada esta forma de vida años más tarde por un Papa, en 1526 surgió el Monasterio que hoy vemos con grandes frutos de santidad a lo largo de los años, cuentan una treintena de venerables. A mis peguntas responde la Hna. Inmaculada Jiménez. Me dice cómo vino a Cortes con sus padres, conoció el Monasterio, y celebrando la Eucaristía sintió que el Señor la quería para sí. Y me encuentro muy feliz.
Llegamos al Convento de las Carmelitas de la Antigua Observancia de Caudete. Este Monasterio fue fundado en 1914 por religiosas venidas de Onteniente. Responde a nuestras preguntas la Hna. Josefina Marco, caudetana. Me dice que estaba muy alejada de Dios, pero una amiga le ayudó a encontrarse con un sacerdote. Así llegó a confesarse y sintió una inmensa alegría. Bajando a la Ermita a dar gracias a la Virgen, al llegar a la altura del Convento, sintió que el Señor la llamaba para entrar allí. Y dejando todo se hizo monja. Y les digo a los jóvenes que se convenzan de que la verdadera felicidad se encuentra en Dios.
Y nos encontramos al final del camino con las Carmelitas Descalzas de Albacete. Llegaron a nuestra ciudad de la mano del Obispo Tavera, en 1951 cuando se creó la nueva Diócesis. Vinieron un grupo de Hermanas de Fuenterrabía. Precisamente, el otro día, moría la Hna. María del Carmen, la última de las fundadoras. Hablamos con la Hna. María Teresa de Jesús, vietnamita, que responde a mis preguntas. Al encontrarme con Jesús, me dice, pensé que mi vida tenía que ser enteramente para Él. Pido que las jóvenes no tengan miedo a escuchar a Dios, ya que sólo en Él se encuentra la verdadera felicidad.
Manuel de Diego Martín