3 de diciembre de 2023
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Hoy se celebra el Día Internacional de la Discapacidad. Con el lema «Tú y yo somos Iglesia» el área para la discapacidad de la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado ha puesto en marcha una Campaña con la que se suma a esta Jornada. Mª Nieves Cabrera López de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Hellín lleva un quinquenio desarrollando catequesis inclusiva. En este día, nos relata su experiencia.
Antes que nada, quiero decir que una catequesis debe ser siempre inclusiva, capaz de acoger a cada niño, joven, adulto o anciano y abierta a adaptarse a cada uno de ellos y de sus capacidades. Todos somos diferentes, con distintas formas de relacionarnos y comunicarnos. Nuestra tarea como catequistas es respetar esas diferencias adaptando los métodos para que el mensaje, que es único, llegue a todos.
Llevo más de 40 años siendo catequista, pero fue hace cinco cuando comenzó mi experiencia en catequesis inclusiva acompañando a Miguel; un niño con autismo que, aunque no habla, es capaz de hacerse entender con su comunicador y de asimilar los conceptos básicos de cada experiencia que compartimos. Él llegó a la parroquia para prepararse a recibir la Primera Comunión y ahí comenzó nuestra aventura. Digo nuestra porque ha sido, y sigue siendo, un proceso en el que ambos vamos creciendo mientras compartimos momentos y “cosas de Dios”.
No oculto que al principio me asustó la tarea encomendada, pero no por él, por mí. No sabía si sería capaz de hacerle llegar todo lo que Jesús significa en mi vida. Pero he tenido la suerte de contar con la ayuda inestimable de sus padres, de la Asociación Desarrollo, de José Antonio Pérez (delegado de catequesis), de Ricardo Magro que ha dado vía libre a todas mis locas propuestas y de María Peña, que desde el principio me aconsejo simplificar los trabajos.
Miguel es un niño alegre. Le gusta colorear, la música alta, los abrazos, recorrer las salas de catequesis. En la capilla, señala con facilidad donde está Jesús, María, el sagrario, el altar… Ha participado en todas las actividades parroquiales que ha organizado su grupo de referencia; ofrendas, peticiones, visitas al santuario, fiesta del perdón, … Para cada uno de esos momentos nos hemos preparado con anterioridad con el objetivo de que no fuese desconcertante para él.
Hay que tener en cuenta que, aunque los contenidos son los mismos para todos, en estos casos, hay que ir a lo básico, ser creativos, tirar de la experiencia y centrarse en la originalidad del mensaje de Jesús.
Temas como descubrir que Dios es cercano y amoroso, que María es nuestra madre, la participación en la Iglesia, el encuentro con Jesús y su invitación a imitarle… los hemos trabajado de forma sencilla con dibujos para colorear, pictogramas y canciones.
Ser catequista de personas con discapacidad es un regalo que te hace actualizar constantemente tu fe y que te acerca a una espiritualidad en la que descubres que recibes más de lo que das y que aprendes más de lo que enseñas.
Es una tarea hermosa, pero para la que hay que prepararse, porque no basta tener buena intención. Si la formación es importante en cualquier catequista en estos casos es primordial, y por eso desde la Delegación Diocesana de Catequesis se está trabajando en preparar y facilitar la formación necesaria a quienes sientan especial sensibilidad en este tema.
Desde aquí animo a párrocos y catequistas a acoger con ilusión a las personas con discapacidad que se acerquen a sus parroquias y a perder el miedo a tener que cambiar lo que “siempre se ha hecho así”: Jesús cuestionó lo establecido y fíjate dónde hemos llegado.