12470

12470

3 de diciembre de 2023

|

230

Visitas: 230

Hoy se celebra el Día Internacional de la Discapacidad. Con el lema «Tú y yo somos Iglesia» el área para la discapacidad de la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado ha puesto en marcha una Campaña con la que se suma a esta Jornada. Mª Nieves Cabrera López de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Hellín lleva un quinquenio desarrollando catequesis inclusiva. En este día, nos relata su experiencia.

Antes que nada, quiero de­cir que una catequesis debe ser siempre inclu­siva, capaz de acoger a cada niño, joven, adulto o anciano y abierta a adaptarse a cada uno de ellos y de sus capacidades. Todos somos diferentes, con distintas formas de relacionarnos y comunicarnos. Nuestra tarea como catequis­tas es respetar esas diferencias adaptando los métodos para que el mensaje, que es único, llegue a todos.

Llevo más de 40 años siendo catequista, pero fue hace cinco cuando comenzó mi experiencia en catequesis inclusiva acompa­ñando a Miguel; un niño con au­tismo que, aunque no habla, es capaz de hacerse entender con su comunicador y de asimilar los conceptos básicos de cada expe­riencia que compartimos. Él lle­gó a la parroquia para preparar­se a recibir la Primera Comunión y ahí comenzó nuestra aventura. Digo nuestra porque ha sido, y si­gue siendo, un proceso en el que ambos vamos creciendo mientras compartimos momentos y “cosas de Dios”.

No oculto que al principio me asustó la tarea encomendada, pero no por él, por mí. No sabía si sería capaz de hacerle llegar todo lo que Jesús significa en mi vida. Pero he tenido la suerte de con­tar con la ayuda inestimable de sus padres, de la Asociación De­sarrollo, de José Antonio Pérez (delegado de catequesis), de Ri­cardo Magro que ha dado vía libre a todas mis locas propuestas y de María Peña, que desde el princi­pio me aconsejo simplificar los trabajos.

Miguel es un niño alegre. Le gusta colorear, la música alta, los abrazos, recorrer las salas de ca­tequesis. En la capilla, señala con facilidad donde está Jesús, Ma­ría, el sagrario, el altar… Ha par­ticipado en todas las actividades parroquiales que ha organizado su grupo de referencia; ofrendas, peticiones, visitas al santuario, fiesta del perdón, … Para cada uno de esos momentos nos hemos preparado con anterioridad con el objetivo de que no fuese descon­certante para él.

Hay que tener en cuenta que, aunque los contenidos son los mismos para todos, en estos ca­sos, hay que ir a lo básico, ser creativos, tirar de la experiencia y centrarse en la originalidad del mensaje de Jesús.

Temas como descubrir que Dios es cercano y amoroso, que María es nuestra madre, la participación en la Iglesia, el encuentro con Je­sús y su invitación a imitarle… los hemos trabajado de forma senci­lla con dibujos para colorear, pic­togramas y canciones.

Ser catequista de personas con discapacidad es un regalo que te hace actualizar constantemente tu fe y que te acerca a una espiri­tualidad en la que descubres que recibes más de lo que das y que aprendes más de lo que enseñas.

Es una tarea hermosa, pero para la que hay que prepararse, porque no basta tener buena intención. Si la formación es importante en cualquier catequista en estos ca­sos es primordial, y por eso desde la Delegación Diocesana de Cate­quesis se está trabajando en pre­parar y facilitar la formación ne­cesaria a quienes sientan especial sensibilidad en este tema.

Desde aquí animo a párrocos y catequistas a acoger con ilusión a las personas con discapacidad que se acerquen a sus parroquias y a perder el miedo a tener que cam­biar lo que “siempre se ha hecho así”: Jesús cuestionó lo estableci­do y fíjate dónde hemos llegado.