2 de agosto de 2020
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]Y[/fusion_dropcap]a próximos los trece años del aniversario de su Beatificación, deseo tener un recuerdo y memoria de este gran sacerdote de nuestra Iglesia, para que podamos recordar y conocer su vida ejemplar.
Bartolomé Rodríguez Soria nació en Fábricas de Riópar (Albacete) el 3 de septiembre de 1894. Recibió el Orden Sacerdotal el 16 de mayo de 1918 en Toledo. Ejerció el ministerio sacerdotal en Elche de la Sierra, Balazote, El Bonillo, Peñascosa y Munera.
Fue asesinado en la Iglesia Parroquial de Munera el 29 de julio de 1936.
Sus restos reposan en la Iglesia Parroquial de Munera, donde desempeñó su ministerio sacerdotal como párroco desde el 22 de octubre de 1927 hasta el día de su muerte.
El año 1927 se le nombra párroco de Munera, donde le sorprende la contienda civil.
El 27 de julio de 1936 fue detenido con más de 20 feligreses y encerrado en la sacristía de la parroquia. En la Iglesia se le quiso obligar a cooperar en la destrucción de las imágenes sagradas, a lo que se negó rotundamente. Desde el día 27 y hasta el 29 sufrió enormes palizas siendo privado de los alimentos que sus familiares le llevaban. No le fue permitido ni tan siquiera descansar en un sencillo colchón.
El día 29 sufrió la última paliza, entre varios lo subieron al púlpito arrojándolo desde allí al suelo. En la tierra y desangrándose pidió ver a su madre, pero este deseo le fue negado. Pidió agua y lo que consiguió fue que se le orinaran en la boca. Arrastrado a la sacristía se le dejó en un colchón que quedó manchado con su sangre, el cual se conserva como reliquia. Pudo recibir la absolución de manos de otro sacerdote detenido con él.
Un miliciano al verlo tumbado sobre el colchón y no considerándolo digno de él le increpó diciéndole ¿Aún estás vivo? ¡So Perro! a lo que Don Bartolomé contestó con un: Os perdono. Fueron sus últimas palabras. A las cinco de la tarde del 29 de julio de 1936, confesando su propia fe en Cristo Salvador, murió.
Fue un buen pastor que nunca abandonó su parroquia, ya que a pesar del peligro que corría, le aconsejaron ausentarse del pueblo a lo que él contestó diciendo que nunca lo haría porque El buen pastor nunca abandona a sus ovejas.
Era amigo del Sagrario, ya que pasaba largos ratos con el Señor, le pedía ayuda para la formación de feligreses. Don Bartolomé creó en la Parroquia la “Acción Católica”, las “Hijas de María” y el “Apostolado de la Oración”, pero en su corta vida no pudo realizar una mínima parte de lo que albergaba en su corazón. La catequesis era su gozo y alegría, sobre todo con los niños, pues decía: Estos son los mejores amigos que no engañan.
Don Bartolomé Rodríguez también fue amigo de los pobres, vivía humildemente con la pequeña retribución que tenía entonces. Decía a sus hermanas: Dad lo que podáis y ya nos arreglaremos con lo que nos queda.
Fue beatificado en la Plaza de San Pedro del Vaticano el 28 de octubre de 2007.
Con esta sencilla semblanza lo hemos conocido un poco como persona y como sacerdote, que su vida ejemplar nos ayude y estimule en nuestro trabajo pastoral.
José Antonio Navarro González, Párroco de Munera