19 de julio de 2020
|
117
Visitas: 117
[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]l mundo no fue creado con fronteras, las construyeron los hombres como defensa. Nos encanta ver y disfrutar la migración de animales que reposan en nuestros hábitats naturales, aunque no nos sucede lo mismo con los seres humanos
¿Nos suponen una amenaza?
El ser humano es libre y el mundo es su hogar, el espacio de disfrute de su libertad.
Cada frontera, alambrada, muro… no deja de ser un signo de la falta o ausencia de libertad.
Todo ser humano es un hijo de Dios y por ende, para cada miembro de la Iglesia no debería existir la palabra “emigrante”.
Pensemos por un momento por favor: Un emigrante o un inmigrante ¿es un causante o es una víctima o de cualquier tipo de crisis?
Sólo sé que son “seres humanos que injustamente sufren”. Las causas de su sufrimiento son múltiples y muy variadas y también las consecuencias de su sufrimiento pueden ser múltiples y muy variadas.
Soportan éxodos peligrosos, trata de personas, abusos de todo tipo, pobreza extrema, extranjería, ilegalidad, sin techo, con hambre, sin sanidad, sin auxilio social básico y digno, con miedo, el fantasma psicológico de la repatriación, la vuelta al horror, a la guerra, al malvivir, al deshonor, a la muerte….
Existe la “Pastoral de las Migraciones” para sensibilizar a la propia Iglesia y al mundo. Para indicar que al igual que Dios es Padre de Amor por todas sus criaturas, la Iglesia es Madre de ternura hacia todo lo creado por Dios. Y así, es Madre de acogida, protección e integración.
Cualquier persona, programa u organismo, civil o eclesial, que palie tan enorme sufrimiento para cualquier ser humano que lo esté soportando y ayude a una posible solución e integración tiene todo reconocimiento y merece todo respeto, admiración y apoyo.
En Albacete se mezclan tres realidades: el Covid-19, cruel para todos; la deplorablemente e invisible realidad de los asentamientos ignorados hasta que no se desatan posibles consecuencias derivadas de tanto sufrimiento; y posiblemente la no aceptación de esta cruel realidad del fenómeno migratorio.
Indudablemente lo primero es discernir la situación. Desde ahí buscar posibilidad de soluciones personales, comunitarias y sociales pensando siempre en que todo ser humano no siga sufriendo el peso insoportable de la dura realidad de la que penden sus vidas.
¿Podemos hacer algo por descargar y buscar solución a la situación?
¿Podemos pedir y colaborar con otros organismos y con la administración pública a que se encaucen caminos de solución a corto y largo plazo?
Lo que no podemos hacer es taparnos los ojos y los oídos, obviar el problema, marginar, ignorarlos o callar, culpabilizar y ahora vociferar contra ellos, aumentando sus sufrimientos y seguir anulándoles como seres humanos…
Los hechos son consecuencia, desafortunada si, pero consecuencia de personas desesperadas.
Cultura del encuentro. Llamamiento a la concordia. Disponibilidad. Cercanía. Recepción. Atención. Oportunidades… Son palabras de las que tenemos que hacer uso y que ahora deben presidir el momento al que asistimos.
Nos unimos como Secretariado de Migraciones y como Iglesia de Albacete a la petición del Santo Padre, el Papa Francisco, a toda la Iglesia universal:
- Ejercer la acogida fraterna.
- La denuncia profética de tal situación injusta.
- Y la acción ante cualquier maltrato a los inmigrantes.
Nadie puede vivir sin el horizonte y la esperanza de un futuro mejor, algo obvio y común a todo ser humano.