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19 de julio de 2020

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]l mundo no fue creado con fronteras, las construyeron los hombres como defensa. Nos encanta ver y disfrutar la migración de animales que reposan en nuestros hábitats naturales, aunque no nos sucede lo mismo con los seres humanos

¿Nos suponen una amenaza?

El ser humano es libre y el mundo es su hogar, el espacio de disfrute de su libertad.

Cada frontera, alambrada, muro… no deja de ser un signo de la falta o ausencia de libertad.

Todo ser humano es un hijo de Dios y por ende, para cada miembro de la Iglesia no debería existir la palabra “emigrante”.

Pensemos por un momento por favor: Un emigrante o un inmigrante ¿es un causante o es una víctima o de cualquier tipo de crisis?

Sólo sé que son “seres humanos que injustamente sufren”. Las causas de  su sufrimiento son múltiples y muy variadas y también las consecuencias de su sufrimiento pueden ser múltiples y muy variadas.

Soportan éxodos peligrosos, trata de personas, abusos de todo tipo, pobreza extrema, extranjería, ilegalidad, sin techo, con hambre, sin sanidad, sin auxilio social básico y digno, con miedo, el fantasma psicológico de la repatriación, la vuelta al horror, a la guerra, al malvivir, al deshonor, a la muerte….

Existe la “Pastoral de las Migraciones” para sensibilizar a la propia Iglesia y al mundo. Para indicar que al igual que Dios es Padre de Amor por todas sus criaturas, la Iglesia es Madre de ternura hacia todo lo creado por Dios. Y así, es Madre de acogida, protección e integración.

Cualquier persona, programa u organismo, civil o eclesial, que palie tan enorme sufrimiento para cualquier ser humano que lo esté soportando y ayude a una posible solución e integración tiene todo reconocimiento y merece todo respeto, admiración y apoyo.

En Albacete se mezclan tres realidades: el Covid-19, cruel para todos; la deplorablemente e invisible realidad de los asentamientos ignorados hasta que no se desatan posibles consecuencias derivadas de tanto sufrimiento; y posiblemente la no aceptación de esta cruel realidad del fenómeno migratorio.

Indudablemente lo primero es discernir la situación. Desde ahí buscar posibilidad de soluciones personales, comunitarias y sociales pensando siempre en que todo ser humano no siga sufriendo el peso insoportable de la dura realidad de la que penden sus vidas.

¿Podemos hacer algo por descargar y buscar solución a la situación?

¿Podemos pedir y colaborar con otros organismos y con la administración pública a que se encaucen caminos de solución a corto y largo plazo?

Lo que no podemos hacer es taparnos los ojos y los oídos, obviar el problema, marginar, ignorarlos o callar, culpabilizar y ahora vociferar contra ellos, aumentando sus sufrimientos y seguir anulándoles como seres humanos…

Los hechos son consecuencia, desafortunada si, pero consecuencia de personas desesperadas.

Cultura del encuentro. Llamamiento a la concordia. Disponibilidad. Cercanía. Recepción. Atención. Oportunidades… Son palabras de las que tenemos que hacer uso y que ahora deben presidir el momento al que asistimos.

Nos unimos como Secretariado de Migraciones y como Iglesia de Albacete a la petición del Santo Padre, el Papa Francisco, a toda la Iglesia universal:

  • Ejercer la acogida fraterna.
  • La denuncia profética de tal situación injusta.
  • Y la acción ante cualquier maltrato a los inmigrantes.

Nadie puede vivir sin el horizonte y la esperanza de un futuro mejor, algo obvio y común a todo ser humano.