Estamos ante unos años apasionantes. Es un momento histórico, porque nunca antes (y con toda seguridad tampoco habrá otro en muchos años), la Iglesia ha centrado sus preocupaciones en los jóvenes, realizando un “sínodo”, con todo lo que significa, dedicado exclusivamente a los jóvenes. Y los jóvenes y los que trabajan con ellos en la pastoral juvenil, queremos aceptar este reto... ahora pongámonos “manos a la obra”. Hablamos de este Sínodo de los Jóvenes con el director del Departamento de Pastoral de Juventud de la Conferencia Episcopal Española, Raúl Tinajero Ramírez.
Háblanos de las conclusiones y de las claves para entender el sínodo
Podemos destacar tres afirmacionespara entender lo que ha sido este sínodo;
¿Cómo está estructurado el documento final?
La estructura interna del documento, podemos presentarla de la siguiente manera:
En qué va a cambiar la iglesia y su forma de hacer pastoral este sínodo
Si algo podemos destacar en el sínodo son estas cuatro líneas fundamentales que nos marcan la pastoral juvenil delfuturo y, me atrevería a decir, de toda la pastoral de la Iglesia:
Y concluiría destacando que se nos pide un cambio de mentalidad. Creo que hemos salido durante mucho tiempo, como Iglesia a mostrar a la Iglesia y en este momento se nos pide que salgamos como Iglesia, en actitud de misericordia, ternura y acogida, a mostrar a Jesús. Y será Cristo quien traerá a los jóvenes (y no jóvenes) a la Iglesia.
Y qué podemos hacer para acompañar a los jóvenes y las vocaciones
Desde mi punto de vista, creo que nuestro papel es estar ahí. Ofrecer una pastoral vocacional que se preocupe, unida a la pastoral juvenil, en ayudar al joven en un momento de la vida tan importante, en la etapa del discernimiento.
Una pastoral juvenil y una pastoral vocacional que se preocupen de ayudar en la etapa del noviazgo, para acercar al joven al matrimonio y a la vida de familia; que presente el compromiso laical con todo lo que conlleva: formación, corresponsabilidad, implicación real; que invite al joven a plantearse la vida sacerdotal, o la vida consagrada…
Y lo fundamental para ello es el acompañamiento. Es cierto, que el joven para tener un verdadero discernimiento, precisa de no perder su deseo profundo de búsqueda, de apertura a lo trascendente, de tener espacios y momentos para la oración, para el encuentro personal con Cristo, de ir descubriendo aquello que le dé respuestas a sus deseos de felicidad... Pero creo sinceramente, que para todo ello, la clave fundamental es el Acompañamiento. A partir de ahí, si existe un buen acompañamiento, el joven podrá plantearse el buscar respuestas a las inquietudes que surjan en su corazón. Sin acompañamiento no puede darse una pastoral juvenil en clave vocacional.
Para ello es necesario formar buenos acompañantes, bien sean sacerdotes, religiosos o seglares, fomentando las escuelas de acompañamiento. Buscar espacios y tiempos desde la pastoral juvenil, para dedicarlos al acompañamiento personal y por supuesto también el acompañamiento grupal, tan necesario en los adolescentes.