3 de noviembre de 2024
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]C[/fusion_dropcap]on la Bula Inter praecipua del 2 de noviembre de 1949, se creó la diócesis de Albacete, de la que hoy formamos parte. No se partió de cero, ya que el territorio y su gente ya existían, hasta entonces pertenecientes a varias diócesis: Cartagena, Cuenca y Orihuela. En 1966, las parroquias de Albacete que aún formaban parte de la diócesis de Toledo se incorporaron también.
Al primer obispo, Don Arturo Tabera y Araoz, le tocó, como al labrador, desbrozar, sembrar y cultivar; es decir, crear las estructuras diocesanas, contando con los sacerdotes ya presentes en las parroquias. También con las religiosas y religiosos de diversas congregaciones ya presentes, y otras que se fueron incorporando con el paso de los años. Ciertamente contó con la ayuda de laicos comprometidos en tareas como catequesis y Acción Católica.
La construcción de los Seminarios mayor y menor, la Casa de Ejercicios, Cáritas, así como algunas parroquias, fueron obras que se realizaron en la primera década de existencia de la diócesis. Los “Cursillos de Cristiandad” y las “semanas impacto” revitalizaron la vida cristiana. En las parroquias se llevaron a cabo muchas misiones populares.
Los cinco sucesivos obispos pusieron en marcha diversos proyectos pastorales, teniendo en cuenta los cambios culturales de cada tiempo y las exigencias de la evangelización. El Concilio Vaticano II nos abrió a comprendernos como Iglesia misionera. De ahí que los Planes Pastorales han buscado alentar el anuncio del Evangelio, implicando a los laicos, viviendo con espíritu de comunión o “Iglesia sinodal” que decimos actualmente.
Que la celebración del 75 aniversario de nuestra diócesis nos lleva a una permanente acción de gracias, a Dios en primer lugar, por llamarnos a formar parte de su Pueblo; y gracias a los laicos, religiosas y religiosos, diáconos, sacerdotes y obispos que nos han precedido y han ido construyendo esta Iglesia diocesana. Y ahora y siempre, pedimos al Espíritu Santo que ilumine nuestros caminos para seguir anunciando a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.