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21 de agosto de 2022

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Este mes de agosto ha concluido la IX edición del Campo de Trabajo con Infancia de Cáritas Diocesana de Albacete, que ha contado con la implicación de 18 jóvenes voluntarios.

Si algo ha puesto de manifiesto esta crisis es que las personas más vulnerables son las principales afectadas por sus consecuencias, sobre todo los niños y niñas, un colectivo especialmente expuesto a las situaciones de desigualdad derivadas del actual contexto social.

El programa de Infancia, Adolescencia y Familia de Cáritas Albacete trabaja cada día en iniciativas encaminadas a garantizar la participación de los menores, así como sus derechos, para poder seguir avanzando hacia una sociedad más justa en la que todos tengan las mismas oportunidades. Una de estas iniciativas ha sido el Campo de Trabajo con Infancia que llevan organizando a lo largo de los últimos 9 años. A través de este espacio Cáritas brinda a los niños y niñas la oportunidad de disfrutar a lo largo de 20 días de actividades lúdicas junto a otros menores, en un espacio de seguridad y libertad. A lo largo de estas semanas de los meses de julio y agosto, no han faltado las sesiones de piscina, las actividades al aire libre, el deporte, las gymcanas, las excursiones a la playa… También ha habido talleres de refuerzo escolar para mejorar las competencias de los niños y niñas de cara al primo curso. Además, se han trabajado valores como la tolerancia, la adquisición de habilidades de vida y el respeto por la naturaleza o el reciclaje. Es el primer año que este campamento urbano se celebra en un inmueble cedido a Cáritas por parte del Instituto Secular Obreras de la Cruz, a 5 km de Albacete, lo que ha permitido a los tres proyectos del programa de Infancia, Adolescencia y Familia de la ciudad, trabajar en un espacio conjunto que ha servido para estrechar lazos y favorecer la comunicación. Cáritas agradece la generosidad de la institución con esta cesión que utilizará para el desarrollo de sus programas.

La jornada comenzaba cada día recogiendo a los niños y niñas en autobús. Después turno para preparar la actividad central del día. Tras el descanso para el almuerzo, tiempo de juego, talleres y de un baño en la piscina. Otro pilar importante en este campo de trabajo es el trabajo con las familias. Responsables del programa recuerdan lo importante que es el hecho de que estas también se involucren en esta actividad, para ello se han organizado una excursión a la playa, una oportunidad de trabajar las relaciones con los progenitores y crear un nuevo espacio de convivencia.

El Campo de Trabajo con Infancia supone también una oportunidad para que Cáritas pueda reforzar os ejes estratégicos sobre los que trabaja durante todo el año:

1. Seguir acompañando a cada menor en situación de vulnerabilidad, caminando a su lado y optando por la defensa de sus derechos.

2. Frenar la brecha social generada por la exclusión, que se ha visto agrandada con esta crisis. Cáritas quiere actuar como puente que proteja los procesos vitales de los niños y niñas, que han sufrido en primera persona la fractura socioeconómica y emocional. La desatención a la infancia, a la adolescencia y a la juventud tiene como consecuencia la transmisión intergeneracional de la pobreza, y Cáritas trabaja por frenarla y revertirla.

3. Ante los desafíos actuales, Cáritas propone cuestionarse y reinventarse para afrontar la transformación social y el cambio de modelo, siempre desde la escucha, el respeto y la participación de las personas para que puedan ser protagonistas de sus propios proyectos de vida.

El poder de los jóvenes 

El Campo de Trabajo con Infancia supone además un punto de encuentro entre jóvenes de Albacete. Este año han sido 18 chicos y chicas de entre 16 y 30 años los que han tenido la oportunidad de sensibilizarse y conocer de cerca una realidad distinta dentro de su propia ciudad. En este espacio no solo han descubierto los valores que mueven a Cáritas, sino que han trabajado codo con codo al lado de los 3 educadores del Programa acompañando a los niños y niñas que han participado en esta iniciativa, favoreciendo su socialización, el conocimiento, la tolerancia, el respeto mutuo y la cooperación.

Ellos, los jóvenes, divididos en dos turnos, se han encargado de dinamizar algunas de las actividades, pero también de empatizar y acompañar a los 40 niños y niñas que este año han participado en el Campo de Trabajo. Iniciativas como esta les ha permitido conocer a otros jóvenes con sus mismas inquietudes y disfrutar de una experiencia de aprendizaje y enriquecimiento inolvidables. Para Paula, a punto de comenzar el grado de Educación Social en Cuenca, el campo de trabajo ha sido una oportunidad de iniciarse en el mundo social, pues ha estado “encantada” con la experiencia. Conoció la convocatoria por el sacerdote de su parroquia, San José, que fue quien les animó a participar en esta iniciativa.

“Quería tener un primer contacto con otra realidad, sobre todo con la infancia”, ha asegurado Paula, esta joven de 18 años para la que esta primera experiencia con niños y niñas ha sido más que positiva. “Te cogen mucho cariño, yo trataba de ponerme en su lugar, pero también poniendo límites, haciéndoles sentir que estás cerca y ofrecerles otros puntos de vista, que a veces es muy importante”.

Otro aspecto positivo del campo de trabajo para Paula ha sido el poder encontrar a otros chicos y chicas con los que compartir la experiencia y que” te hacen ver que a la juventud, muchas veces les interesa otras cosas”. Ellos se encargaban de preparar dinámicas, organizar grupos y de acompañar a los niños y niñas “me he involucrado mucho y he sentid que ms opiniones e ideas eran tenidas en cuenta”.

Esta experiencia le ha enseñado a valorar más las cosas buenas de su entorno, y ser consciente de que no todos tenemos las mismas oportunidades. Unas semanas inolvidables que espera poder repetir en próximas ediciones.