+ Mons. D. Ciriaco Benavente Mateos
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12 de noviembre de 2016
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]Q[/fusion_dropcap]ueridos diocesanos:
Este domingo, 13 de noviembre, celebramos el Día de la Iglesia diocesana. Lo haremos este año con un lema precioso: “Somos una gran familia contigo”.
No queremos que sea éste un lema puramente retórico. Por eso, nuestra Iglesia de Albacete, en comunión con el resto de las Iglesias que peregrinan en España, dedica cada año un domingo a alentar y promover, entre todos los miembros de la Diócesis, el sentido de pertenencia, participación y colaboración en esta gran familia que es nuestra Iglesia.
En esta Iglesia de Albacete habéis nacido muchos de vosotros a la fe; aquí vuestra vida cristiana es alimentada en la mesa de la Palabra y de la Eucaristía; aquí os habéis unido en matrimonio cristiano para formar una familia cristiana; aquí sois fortalecidos con la esperanza de la vida eterna. A pesar de nuestros pecados, somos una buena familia, que, a la vez que intentamos vivir nuestra fraternidad eclesial como miembros de un mismo cuerpo, queremos colaborar en la construcción de un mundo mejor, abrir los brazos a los más necesitados sin limitación ninguna por razones de religión, color o estado social. Desde nuestra iglesia de Albacete, queremos ofrecer a todos, sin ningún tipo de imposición, la alegría del Evangelio, como un don que también nosotros hemos recibido.
Cuántos emigrantes, que en su búsqueda de un futuro mejor sólo habían experimentado las inclemencias de la pobreza y del rechazo, me han confesado que en nuestra Iglesia han encontrado su casa y su familia espiritual.
Pero la Iglesia diocesana no sería nada sin los presbíteros y los diáconos, sin la riqueza de la vida consagrada, que es como la caricia de Dios a los pobres; sin los numerosos fieles laicos, que sois la cantera inagotable de colaboradores generosos en las variadas y numerosas tareas de nuestras parroquias e instituciones.
Queremos hacer cada día más real lo de ser una gran familia contigo, con cada uno de los diocesanos. Y, al decir “contigo”, queremos decir, sencillamente, que te necesitamos, que eres parte nuestra, miembro del mismo cuerpo, como diría san Pablo.
En nombre del Señor, agradezco la generosidad de quienes ofrecéis vuestra persona, vuestro tiempo o vuestra ayuda económica para la vitalidad y mantenimiento de nuestra Iglesia. Lo hacéis porque os sentís miembros de esta gran familia, ¡la mejor familia!
Con mi gratitud, afecto y bendición.