+ Mons. D. Ángel Fernández Collado

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25 de mayo de 2019

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]D[/fusion_dropcap]esde el 31 de mayo al 4 de junio, nuestra Hospitalidad Diocesana peregrinará, una vez más, a la gruta de Massabielle, Santuario de Ntra. Sra. Lourdes. Vuelve a ponerse en marcha el “Tren de la Esperanza”. 

La Hospitalidad, que cuenta con una larga experiencia acumulada, promueve la peregrinación con la frescura de la primera vez. Ni la monotonía, ni la rutina han hecho mella en la organización y en los voluntarios. Cuando se pone el corazón en el empeño, la ilusión se recrea y la creatividad se renueva. El amor todo lo hace nuevo.

Una vez más, Bernardette nos invita a encontrarnos con María quien por ser Madre, es siempre refugio de los pecadores y auxiliadora de los enfermos. Y, una vez más, recordaremos el testimonio conmovedor de aquella muchachita humilde, que se encontró con María en la gruta de Massabielle, a la orilla del río Gave. Desde entonces, no ha dejado de fluir un río de peregrinos que, desde todos los continentes, acuden a Lourdes, santuario de gracia, de esperanza y de vida. ¡Con qué ilusión acuden, sobre todo, los enfermos! Y, junto a ellos, los “hospitalarios” (voluntarios, enfermeros, médicos…,). 

Si Jesús se identificó, de manera especial, con los que sufren, ¿cómo no van a encontrar los enfermos en Lourdes, que es Casa de la Virgen, consuelo y esperanza? María nos lleva a Jesús, el Buen Samaritano. Él es médico que cura, a veces, las dolencias del cuerpo y, siempre, las del alma.

¡Qué bien han entendido la parábola los voluntarios de nuestra Hospitalidad! Incluso los observadores no creyentes se admiran, cuando se acercan a Lourdes, de cómo son acogidos y atendidos los enfermos. Una atención que quiere ser signo de la acogida amorosa de Jesús y la ternura de María. 

En medio de un mundo donde abunda el desamor, la soledad y la ceguera, Lourdes es siempre un oasis donde nunca deja de manar un agua de gracia, capaz de hacer brotar, del corazón más seco, un surtidor que salta hasta la vida eterna.

Quienes ya han saboreado el encanto espiritual de Lourdes saben bien de lo que hablo. A quienes todavía no lo sabéis, os invito a hacer la experiencia. No os arrepentiréis.