+ Mons. D. Ángel Fernández Collado
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21 de octubre de 2021
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Es realmente hermoso el lema de la Campaña de este año que nos propone el Papa Francisco a través de las OMP para el Domund 2021: «¡Cuenta lo que has visto y oído!», y que en la perspectiva de nuestro Año Jubilar en honor de Nuestra Señora, la Virgen de Cortes, nos lanza en este momento concreto de nuestra historia, a cada uno de los diocesanos, clérigos, religiosos o laicos, a ser en la Iglesia, en el mundo y en nuestra diócesis, verdaderos apóstoles y discípulos misioneros, como reza nuestro lema pastoral de este curso 2021-2022: «Con María, apóstoles y discípulos misioneros».
Son casi 50 los misioneros de Albacete. Son nuestros misioneros. Son la vanguardia de nuestra diócesis. Son un precioso ejemplo para nosotros y por eso necesitan de nuestra oración y de nuestro compromiso vital allá donde nos encontremos, pues como os digo en la Carta Pastoral para este curso 2021-2022, es importante confiar en que Dios está muy presente en nuestras vidas, profesión, trabajo, parroquias, apostolado, familia, Cáritas, emigrantes, necesitados, etc.
La Evangelización no es una simple transmisión de valores ni de conocimientos; no es una cuestión ideológica, ni se trata de un mero transformar las cosas porque nos parecen mejores. La Evangelización nace de una experiencia personal, de un encuentro con Cristo, como repetía con frecuencia Benedicto XVI. El misionero lleva a los otros la relación personal que cambió su vida cuando dejó que Jesús formara parte de su corazón y de su ser. La Evangelización es el deseo del encuentro de los hombres con Aquel que puede salvarles y hacerles nuevos. Ese encuentro es tan grande que es capaz de transformar, no solo a la persona que lo tiene, sino a la sociedad en la que vive.
Por eso, el Domund de este año 2021 es una propuesta de volver a la raíz de nuestro ser misionero, de nuestra propia vocación, de la llamada propia y específica en este trocito de Iglesia que es Albacete: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20). Necesitamos vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada, apostólica y matrimonial, y necesitamos vocaciones de entrega específica a la misión Ad Gentes, necesitamos misioneros.
Y para ello, hemos de buscar el encuentro personal con Cristo y perseverar con Él. En la Eucaristía, los discípulos reconocen a su Señor, del Pan partido al Pan compartido. C con Cristo en su Palabra, en sus Sacramentos, el misionero ya no puede vivir sin gustarlo. Ahora es el tesoro escondido, la perla preciosa, el amigo y compañero de viaje. Ya no merece la pena, merece la Vida. Una Vida entregada por amor: «Te basta mi gracia». Al Amor más sincero, al Amor sin fronteras, al Amor que dio su Vida por amor, le encomendamos nuestra familia diocesana.
Provoquemos el encuentro que cambia la vida. Gritemos «Venid y veréis». No tengamos miedo de ser Iglesia, no nos dejemos llevar por la desidia, por la comodidad o por lo que hacen, o no hacen, los demás. Eres Tú quien se ha encontrado con Cristo, tú tienes esa experiencia, esa alegría. Eres tú quien se ha encontrado con la Cruz y con el crucificado. Tú quien lo has dejado todo tantas y tantas veces, cuando has ayudado a tus hijos o nietos, a los niños o jóvenes, a los pobres y necesitados, a los mayores, enfermos, moribundos… eres tú quien tiene que contar lo que has visto y oído.
La misión no es otra cosa que ofrecer a nuestro mundo, a nuestra sociedad, una esperanza, un encuentro, una Persona: Jesucristo, el Amor.
Pidámosle, pues, al Señor, por intercesión de nuestra Señor de Cortes y de San José, por nuestros misioneros albaceteños y seamos generosos tanto en la oración como económicamente en este DOMUND 2021.
Ángel Fernández Collado
Obispo de Albacete