Juan Iniesta Sáez

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22 de junio de 2025

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En este Domingo en que la Iglesia celebra la Solemnidad del Corpus Christi, en el que Jesús Eucaristía sale a las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades para hacerlas suyas, suena desafiante el mandato que el Señor dirige a sus apóstoles en el Evangelio que hoy se proclama: «Dadles vosotros de comer». Seguramente los discípulos entraron en crisis ante el desafío de Jesucristo: delante de ellos, una muchedumbre hambrienta no sólo -pero también- de pan; y, como recursos propios, escasamente cinco panes y dos peces.

No es casualidad que los dos días más eucarísticos del año litúrgico -este Domingo del Corpus y el Jueves Santo de la Cena del Señor- sean, a la vez, los días de más relevancia para poner de manifiesto la importancia de la caridad como actitud propia del que sirve, que así estamos llamados a vivir todos los cristianos: al servicio, lavando los pies, «dándoles nosotros de comer». Estar en la presencia del Señor, vivir alentados y alimentados por su Cuerpo y Sangre, está inseparablemente unido a tener una actitud de servicio.

Parafraseando a Pedro, que al final del discurso del Pan de Vida, recogido en Juan 6, y en un contexto muy parecido al que propone Lucas en el Evangelio de este domingo, le decía a Jesús «¿Adónde vamos a ir? Sólo tú tienes palabras de vida eterna», con el mismo reconocimiento de nuestra pequeñez ante la grandeza y magnitud desproporcionada de la misión encomendada por el Señor, podríamos decirle hoy a Jesús «¿Qué les vamos a dar de comer? Sólo tú sacias los corazones que tienen hambre no sólo -que también- del pan material».

La Iglesia es el hogar donde acoger al necesitado de una Esperanza que no defrauda, en la que suplir la carencia material encuentra su fundamento y su sentido en que, a la vez, se ofrece un alimento superior, una vida más auténtica. Vivir alimentados del Cuerpo de Cristo, y en ese sentido “cristificarnos”, será a la vez la razón y el sostén («fuente y culmen» de la vida de fe, dice de la Eucaristía el Concilio Vaticano II) de nuestra labor en medio del mundo. Un testigo creíble de la fe en Jesús Eucaristía, da pan y predica con una vida coherente, da pan y da al que es el Pan, para la Vida (con mayúsculas) del mundo. ¿Acaso hay mejor manera de que el Cuerpo, Corpus, se haga presente en nuestro cuerpo social?