Manuel de Diego Martín
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19 de marzo de 2016
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El próximo viernes, 25 de marzo, este año la Iglesia celebrará el Viernes Santo, día en que a nuestro Señor Jesús, el Hijo de Dios, al que todo lo había hecho bien, el odio y la mentira lo llevaron a una muerte de Cruz. La gente gritaba: “Crucifícale, crucifícale” ¡Qué momento más trágico para la humanidad, arrancar de la vida, al que es el Autor de la misma.
Normalmente en este mismo día la Iglesia celebra el día de la vida, día de la Encarnación, día en que el Verbo Eterno, el Hijo de Dios por obra y gracia del Espirita Santo tomó carne y se hizo hombre en el seno de la Virgen María. Por razones litúrgicas este año tal misterio se va a celebrar el día 4 de abril. Pero las organizaciones Pro Vida no podrán por menos que recordar este veinticinco de marzo como un día muy especial. Esto explica que un grupo de albaceteños “Pro vida” todos los veinticinco del mes tengan un pequeño encuentro en el Altozano para seguir reivindicando el derecho a nacer, seguir afirmando que llegará el triunfo de la vida sobre la muerte.
La coincidencia de estas fechas me sugiere esta reflexión. Pedimos que la fiesta de la Encarnación, la fiesta de la Vida, no se convierta para muchos niños en su Viernes Santo, es decir, el día de su crucifixión. No hay derecho que ante esas vidas inocentes haya gentes sin corazón que dese fuera griten “crucifícalos, crucifícalos” Y llega la pregunta de Pilatos. Pero ¿qué mal han hecho? no encuentro causa para tomar esta decisión” Y el griterío siga empeñado en los mismo:”crucifícalos, crucifícalos” Se comprende muy bien las palabras del filosofo español Julián Marías, que en paz descanse, cuando decía que un día el mundo occidental sentirá vergüenza de haber aceptado como razonable semejante monstruosidad de arrancar la vida a inocentes.
En nuestro panorama nacional hay motivos para preocuparse de que tal vez las cosas no vayan a mejor. Leía en algún medio que de los trescientos cincuenta parlamentarios que tenemos no hay ninguno que defienda la vida abiertamente. Es verdad que hay muchos que por su ideología lo ven como la cosa más lógica del mundo en una sociedad progresista. Pero tiene que haber gente que no lo vea así. Lo malo es que no se atrevan a gritar lo contrario aunque lo sientan. El día de Viernes Santo no se oía en el Pretorio más que el crucifícale. Y sin embargo entre las gentes había muchos que veían en Jesús de Nazaret un gran profeta. Pero ese día no se atrevieron a hablar, se callaron.
También hay motivos de esperanza. El día doce de marzo se reunieron en París mas de mil delegados del Foro “One of us” presidido por el español Marcelino Mayor Oreja para pedir que es necesario hacer una revisión de muchas leyes europeas que van contra la vida, la vida de los no nacidos, los embriones destruidos, la eutanasia… Así pues vemos como el grito de este Foro es que hay que defender la vida, toda vida. Que no se apague esta voz.
Que el Viernes Santo de este año, en que el Verbo Eterno concebido en el seno de la Virgen María, es crucificado en la Cruz , y gracias a esta Cruz Redentora hemos sido salvados, nos haga entender qué magnicidio hubiera perpetrado Herodes sin al Niño no lo hubiera dejado nacer, o crecer. Hubiera sido nuestra ruina. Gracias a Jesús, hay salvación para todos los que quieran vivir de cara a la verdad y respetar el don sagrado de la vida.