Manuel de Diego Martín

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5 de febrero de 2011

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De chiquillos aprendimos aquel canto que decía: “vamos niños al Sagrario, que Jesús llorando está, pero en viendo a tantos niños, muy contento se pondrá”. 

Al acabarse la segunda guerra mundial, un religioso holandés escribió un libro titulado “Donde Dios llora” que se ha vuelto a editar estos días, y que recoge a lo vivo los lugares de mayor sufrimiento en el planeta. El dolor del mundo, el sufrimiento de las gentes, son el dolor del Verbo Encarnado, que está presente en la Eucaristía, en los Sagrarios de las Iglesias.

La reforma litúrgica del Concilio nos hizo comprender el valor central de la Santa Misa. Pero como sucede, a veces, se arregla una cosa y se estropean otras. Aquí ocurrió que algunos llegaron a estas desacertadas conclusiones. Decían que Cristo está en el pan para que lo comamos, no para que lo contemplemos. Daba la impresión de que la adoración al Santísimo quedaba relegada a personas piadosas pero no muy bien formadas.

Por otra parte llegó la hora del vandalismo. Los templos no podían estar abiertos para evitar robos o destrozos. Y poco a poco las Iglesias se fueron cerrando y se fue perdiendo aquella hermosa tradición de gentes que iban a hacer su visita diaria al Santísimo Sacramento.

En nuestra ciudad de Albacete, el Apostolado de la Oración ha preparado una capilla que desde la siete de la mañana hasta las diez de la noche estará con las puertas abiertas y el Santísimo expuesto para la adoración. Se han organizado grupos para asegurar la presencia de adoradores cada hora. ¡Qué hermosa iniciativa para fomentar la devoción a la eucaristía! Más adoramos a Jesús, con más ganas lo comeremos. Y al comerlo con más ganas con más amor lo adoraremos.

El Sr. Obispo en la inauguración de esta realidad pastoral, además de recordarnos la pasión que el papa Juan Pablo II tuvo por fomentar esta práctica adoradora que se refleja en múltiples documentos, nos invitó a rezar cada día en esta santa capilla por cuatro intenciones diríamos de urgencia: en primer lugar por la familia, y también por la vida, que toda vida sea respetada. Otro tema importante son las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Y un tema obligado, rezar por todos aquellos que son víctimas de tantas pobrezas.

En la calle Octavio Cuartero, n. 5 te encontrarás con una puerta abierta. Pasando el hall se halla la Capilla. A la entrada un atril, en donde encuentras la Palabra de Dios correspondiente a la liturgia del día. Y en el Altar la Custodia con el Santísimo Sacramento. Jesús, el Verbo Eterno, encarnado en el pan, está “expuesto” a nuestra disposición. Y también “llorando” por todos nuestros desmanes. Vayamos pues a su encuentro.