Antonio García Ramírez

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7 de diciembre de 2025

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El pasado miércoles celebrábamos la eucaristía en la catedral con motivo del Día de las Personas con Discapacidad. Convocados por distintas asociaciones y movimientos, tanto eclesiales como sociales, nos unimos en la acción de gracias a Dios por las personas con discapacidad.

Se ha avanzado muchísimo en su consideración. Quedaron atrás expresiones que las minusvaloraban desde la altura del paternalismo. Hemos aprendido a contemplarlas desde su dignidad humana, dignidad que es don de Dios. Por pura gracia, Cristo nos ama a todos por igual; no importan las diferencias que haya entre nosotros.

Los obispos españoles, en su mensaje para este día, nos invitan a estar unidos en la alegría de Jesús. Pues, si hay algo que caracteriza a las personas con discapacidad, es la alegría que nace de sus corazones. A pesar de tantos obstáculos que deben vencer cotidianamente, no pierden la sonrisa en sus labios.

El Señor Jesús es amigo y alegría. Él nos pide que permanezcamos unidos a Él como los sarmientos en la vid. Jesús nos muestra en los evangelios como hemos de tratarnos entre nosotros. Su relación con cojos, lisiados, ciegos, sordos… es el prototipo de nuestra acción evangelizadora. Ellos son los primeros en recibir la alegría de la salvación. Con ellos cuenta como discípulos y misioneros para que su Evangelio se extienda por toda la tierra.

Hoy, 7 de diciembre, se cumplen tres años del fallecimiento de Ana Quintanilla, una ejemplar cristiana laica inmersa en el mundo de la discapacidad en Albacete. Hacemos memoria de su persona, cristiana perteneciente al movimiento apostólico FRATER. Por su compromiso sociopolítico aceptó el cargo de concejala de la ciudad durante unos años. A ella, y muchos como ella, le debemos que la ciudad de Albacete sea una de las más accesibles de España.

Recordarla es todo un estímulo para seguir trabajando por una sociedad y una Iglesia sin barreras, donde lo importante es la dignidad de la persona. Como dice el Señor: «Alegraos porque vuestros nombres están inscritos en el cielo». Ana Quitanilla es uno de ellos. Unidos en la alegría del Evangelio.