Manuel de Diego Martín
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16 de febrero de 2008
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El ilustre periodista italiano Vittorio Messori, dedicado a investigaciones históricas, se sorprende de que una famosa Cronología universal del siglo XIX recogiese varios hechos irrelevantes ocurridos en 1858 y silenciase lo acaecido el 11 de febrero en que la Virgen María se apareció en Lourdes a una débil y enfermiza chiquilla nacida en el seno de una familia pobre, cargada de todo tipo de miserias. Añade el periodista que esta Enciclopedia desde su espíritu cientificista ignora que la historia universal pasa más por los lugares de oración que por los altos despachos de las cancillerías.
El papa Juan XXXIII calificó este singular acontecimiento como “la apertura, en una gruta, de una ventana al cielo”.
Este año hace siglo y medio que se abrió esta ventana. El pasado 11 de febrero del 1858 fue el inicio de esas apariciones. También aquellos era tiempos de un fuerte laicismo en el ambiente, puesto que ya el racionalismo y el positivismo iba entando fuerte en las universidades. En una mente ilustrada no se puede aceptar más que lo que los ojos vean y las manos toquen. Así pues el hecho de Lourdes se vivió el algún ambiente como una solemne patraña, como una enorme mentira. Pero también es cierto que científicos e ilustres médicos tuvieron que admitir la evidencia de las cosas. La mano de Dios estaba en aquellas curaciones. La mano de la Virgen estaba allá. El cielo tocaba la tierra. Así pues había un cielo. Tal como dijo la Virgen a Bernardette “No te prometo aquí vida dichosa, sino en la otra vida”.
Nuestro tiempo de hoy se caracteriza también por el laicismo, la negación de lo religioso, la incapacidad de ver el lado trascendente de nuestro mundo visible. Por so nos viene muy bien que se nos abra alguna ventana al cielo. También en tiempos de relativismo y de hedonismo a tope, en el que todo vale, suenan muy bien las palabras de Lourdes: ”convertíos, haced penitencia, orad por los pecadores”. Por tanto es bueno recordar esta histórica fecha en el corazón de la cuaresma. Cuaresma es intento que cada uno de nosotros hacemos por volvernos más a Dios. El mensaje de Lourdes es un cariñoso empujón que la Madre del cielo nos da para ello.