Manuel de Diego Martín

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31 de marzo de 2007

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El próximo jueves es Jueves Santo. El día de la Cena del Señor. El día de la institución de la Eucaristía.

El Papa estos días ha hecho pública una Exhortación Apostólica llamada “Sacramentum Caritatis” Sacramento de la Caridad. Es un documento en el que Benedicto XVI recoge las reflexiones que hicieron los obispos reunidos en el último Sínodo de la Iglesia que convocó Juan Pablo II para tratar el tema de la Eucaristía. Así pues, en este documento se habla de todo lo que este Sacramento, origen y culmen de toda vida cristiana, debe significar en la vida de los seguidores de Jesús.

El papa Benedicto usó una imagen muy original y muy moderna, extraída del mundo científico, durante el Encuentro mundial de los jóvenes en Colonia, para decirnos que la Eucaristía es como la “fisión nuclear” que se convierte en “un principio innovador y transformador del mundo entero” Así como la escisión del átomo, la fisión nuclear, la fracción del átomo, se convierte en un incalculable e inmenso caudal de energía, de igual manera la “fracción del pan”, la celebración de la Eucaristía debe ser esa energía inagotable que llene al mundo de paz y amor.

Es difícil sintetizar lo que el Papa nos dice en cuarenta páginas. Pero todo puede ser resumido en tres enunciados. En primer lugar la Eucaristía es un misterio en el que se ha de creer: Efectivamente este sacramento es por antonomasia, “mysteriuym fidei”, el misterio de nuestra fe. Por tanto en tiempos de racionalismo e incredulidad hay que hacer un esfuerzo humilde de reavivar nuestra fe en él. Es también un misterio que se ha de celebrar. Cuando la comodidad, la pereza, la falta de práctica religiosa se hace el pan de cada día, tenemos que esforzarnos en buscar ese otro pan, volver a la práctica, celebrar la eucaristía, hacer memoria cada domingo de Cristo muerto y resucitado por dar vida al mundo. En tercer lugar es un misterio que se ha de vivir. Un misterio cuya celebración tiene unas consecuencias prácticas enormes porque despierta en nosotros un compromiso radical con la vida.

Así pues Jueves Santo es el día en que tuvo lugar la gran explosión del amor condensada en el Pan partido. Que esta “fisión nuclear” de amor llegue a través nuestro, a todos los rincones del mundo para hacerlo más humano, libre y fraterno.