+ Mons. D. Ángel Fernández Collado

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11 de febrero de 2023

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]H[/fusion_dropcap]oy, domingo 12 de febrero, se celebra la Jornada Nacional de Manos Unidas, que lanza su campaña anual con el lema “Frenar la desigualdad está en tus manos”. La Iglesia Católica viene denunciando desde hace demasiado tiempo la escandalosa paradoja de la abundancia.

Este año marca, para Manos Unidas, el inicio del quinquenio, y desean dedicarlo a lo que es la esencia por la cual Manos Unidas hace más de 60 años se creó: la dignidad de todo ser humano, trabajando en favor de la dignidad de las personas más vulnerables, intentando erradicar la pobreza, el hambre y la desigualdad de nuestro mundo. Este camino no es nuevo para Manos Unidas. La institución lleva décadas intentando remover las causas estructurales de la pobreza y del hambre: la explotación socio-económica, la exclusión social, el clima de violencia, la vulneración de derechos humanos, el deterioro del medioambiente, y sobre todo la perpetuación de la desigualdad.

Así, este año la Campaña Contra el Hambre se centrará en algunos sectores específicos, en donde esa desigualdad acaba empujando a millones de seres humanos a malvivir en unas condiciones de vida inaceptables. Se trata de cuestiones especialmente recogidas en el Documento marco de los ODS aprobado por la Asamblea de las delegadas de octubre 2021:

·      Desigualdad, Pobreza y Hambre

·      Pobreza, Empleo y Salario digno en las actividades económicas

·      Hambre, Pequeños productores, Agricultura de exportación y Precios de las materias primas

·      Pobreza, Hambre e Igualdad de género

·      El desigual acceso a la Educación y Sanidad

Hoy en día, la desigualdad ha crecido de forma alarmante. Pero los anhelos de sociedades inclusivas e igualitarias también se han extendido hasta ámbitos inesperados. Ello debería constituir un motivo de esperanza, pero para que esa esperanza se convierta en realidad, debemos asumir de manera decidida la causa del excluido como una exigencia de su propia dignidad. Como dice el Papa Francisco: “Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por ningún país. Lo tiene, aunque sea poco eficiente, aunque haya nacido o crecido con limitaciones. Porque eso no menoscaba su inmensa dignidad como persona humana, que no se fundamenta en las circunstancias sino en el valor de su ser. Cuando este principio elemental no queda a salvo, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia de la humanidad” (Fratelli Tutti, nº 107).

Tomemos conciencia cada vez más, también a nivel diocesano y en todas las parroquias, de esta grave realidad que nos concierne a todos. Acordémonos con frecuencia de que la pobreza es un consejo evangélico, pues Cristo, siendo Dios, se hizo pobre para enriquecernos en la vida de Dios (Cf. Flp 2,1-6), que plenifica la existencia en cualquier circunstancia o situación. Es lo que no experimenta una sociedad centrada en el “vestir”, el “comer” (Cf. Mt 6 24-34), anestesiada por el consumo, pero con poderosas carencias humanas y espirituales. No seamos mundanos en este sentido y demos testimonio de la vida de Cristo en nosotros. 

Os invito a colaborar con oraciones, trabajo y ayudas económicas con la Campaña Contra el Hambre que nos ofrecen Manos Unidas, los primeros ayudados seremos nosotros, pues creceremos en libertad, y por supuesto en responsabilidad. 

Que Cristo nuestro Señor, por intercesión de su Madre y nuestra Madre, la Virgen María, bajo la advocación de los Llanos, bendiga nuestra ofrenda y la haga agradable a Dios Padre Todopoderoso, para que vivamos en el Espíritu de Caridad, con un amor de comunión y solidaridad hacia el prójimo.

Que Dios os bendiga.

 

Ángel Fernández Collado
Obispo de Albacete