+ Mons. D. Ángel Fernández Collado

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26 de enero de 2019

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Queridos niños:

Durante todo el año, el Secretaria­do Diocesano de Misiones organiza diversas “movidas” misioneras con vosotros, niños. Y los niños respondéis siempre, en nú­mero y generosidad, de una manera admirable. Lo de las misiones “os mola”. Lo de ser misione­ros, aunque sea desde aquí, os ha entrado en el corazón.

Durante la Navidad, también os habéis con­vertido en “sembradores de estrellas”, anun­ciando a Jesucristo, que nace para todos. Pero esta encantadora movida infantil no se detiene, pues hoy, día 27 de enero, se celebra la Jornada de la Infancia Misionera. La misión no es sólo de los adultos; los niños sois también protago­nistas y promotores. Esta Jornada es, eminente­mente, vuestra.        

Los niños misioneros habéis hecho posible la realidad de la Obra Misional de la Infancia Misionera. Esta Jornada propone sembrar en vosotros, los niños, la inquietud misionera y fomentar la solidaridad con otros niños que tal vez no conozcan todavía a Jesús y que padecen tantas necesidades.

En medio de un mundo, muchas veces tene­broso, vosotros, los niños, hacéis de la Jornada de la Infancia Misionera una fiesta con mucha luz. Una fiesta que anuncia y prepara un mun­do más claro y mejor porque los niños lográis tejer una gran red de solidaridad hasta otros niños que sufren hambre, enfermedad, explo­tación laboral…; niños que son víctimas de la guerra o viven en la calle.

Los niños sois profundamente sensibles. Habéis entendido la llamada de Jesús a ser mi­ habéis entendido la llamada de Jesús a ser misioneros al contemplar los ojos tristes de otros muchos niños. ¿Verdad que, para descubrir el horror de la guerra, la injustica o el hambre, no necesitáis preguntar? Os basta con mirar a los ojos de los niños que lo están sufriendo; sus ojos lo dicen todo.

La obra de la Infancia Misionera fue inven­tada por un obispo francés, impresionado por lo que contaban los misioneros sobre la dra­mática situación de las poblaciones y, especial­mente, sobre la situación de los niños. Son mu­chos los millones de niños de los países pobres que, desde entonces, se han beneficiado y se benefician, día tras día, de la ayuda de los niños cristianos. Han sido incontables los hospitales, orfanatos, centros de salud y escuelas que se han levantado con la generosidad de los niños misioneros. Uno se queda asombrado al ver lo que sois capaces de hacer los niños.

Este año el lema explica el inicio de un recorrido con Jesús, un niño como los que formáis la Infancia Misionera de esta diócesis de Albacete pero, tam­bién, el Hijo de Dios, el primer misio­nero que viene a hablarnos del amor del Padre. Este año le acompañamos desde la anunciación en Nazaret, hasta su na­cimiento en la humildad de Belén. En la unión con Él, vosotros, niños, podréis descubrir y cuidar la semilla misione­ra que lleváis en vuestro corazón por el bautismo. “¡Qué buena noticia!” Esta es la gran noticia misionera: Dios se ha hecho pequeño, uno de nosotros, por amor a todos. Belén es el escenario don­de estalla, como dice el papa Francisco, “la alegría del Evangelio”, que tiene que alcanzar “hasta el confín de la tierra” a través de nuestro anuncio. Los niños sois participantes activos y destacados, en esta gran misión de la Iglesia, en la escala que os corresponde.

Con todos vosotros, niños de la Diócesis, quiero pedirle a Jesús, luz del mundo, que nos dé fuerzas a todos los diocesanos para amar cada vez más y mejor, que alargue nuestras ma­nos para abrazar a todo el mundo, que abra bien nuestros ojos y nuestros oídos para percibir las necesidades y las voces de los millones de niños que nos gritan desde su pobreza, su dolor y su oscuridad, que, en esta Jornada misionera, abra nuestro corazón a la generosidad…, que niños y adultos nos atrevamos a ser misioneros.

Con mi afecto y bendición.