Manuel de Diego Martín

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24 de abril de 2010

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Corrían los años sesenta cuando yo estudiaba Teología en la Universidad Pontificia de Comillas. Nos llegó un nuevo profesor que venía de hacer su tesis doctoral en la universidad alemana de Munich. Cuando nosotros hablábamos de los grandes teólogos del momento Rhaner, Congar, Danielou,… diríamos en un lenguaje futbolístico los Messi, Cristiano Ronaldo, Robben…, nuestro profesor nos interpeló un día casi de modo provocativo. Nos dice: “Sin duda, el mejor teólogo que hoy tiene Europa es un joven profesor de la Universidad de la que yo vengo, llamado Joseph Ratzinger” Era la primera vez que oía dicho nombre, pero enseguida salió su libro “ Introducción a la fe” y ya su nombre y su teología se hizo muy familiar entre nosotros.

Aquel joven profesor es hoy el papa Benedicto. Con motivo de sus 83 cumpleaños, y sus cinco en el pontificado, se han escrito montón de artículos sobre él. El miércoles en la Almudena los obispos españoles celebraron una Eucaristía para dar gracias por su pontificado y mostrarle su adhesión en esta hora no fácil para él. Quiero yo dedicarle también mi pequeña reflexión de cada semana.

“Será como una bandera discutida” dijo Simeón a la Virgen María hablando de su Hijo Jesús. “Y una espada te traspasará el alma”. El Papa está siendo, y esto se repite a lo largo de la historia, una bandera discutida para el mundo de hoy, y una espada de dolor tiene que estar traspasándole también el alma. Pero Benedicto sigue de pie, abrazado a la cruz, marcando, con lucidez y firmeza, el camino que debe seguir la Iglesia.

El mundo está lleno de paradojas, y la paradoja le sigue pisando los talones al mismo Papa. ¿Cómo es posible que al hombre que más está luchando para que seamos razonables, para que la razón unida a la fe oriente nuestras vidas, sea tachado como un papa oscurantista e inquisidor? ¿Cómo es posible que el Papa que está acercándose como nadie a los cristianos de un lado y de otro, por buscar la unidad y reconciliación, se le acuse de que está anulando el movimiento ecuménico? ¿Cómo es posible que el Papa que con mayor humildad, dolor y coraje está intentando desenmascarar y curar las heridas dolorosas que la horrenda pederastia ha infligido a tantos inocentes, se le quiera tachar como el gran encubridor? Y como estas paradojas, otras muchas. Esto al fariseísmo que le acusaba a Jesús de que si echaba demonios era porque era aliado del demonio. Ya sabemos la respuesta de Jesús.

Leyendo sus encíclicas “Dios es amor”, “Salvados en la Esperanza” y “Caridad en la Verdad” vuelvo a descubrir en él aquel gran profesor de otros tiempos. ¡Qué profundidad y claridad de pensamiento” Mirando al Papa de hoy veo a un hombre de Dios, un hombre que ama apasionadamente a Jesús, y que por eso nuestro Señor, como a Pedro, le ha confiado sus ovejas. El es un pastor que nos está apacentado con la firmeza que le da la fe y la esperanza, y con la dulzura que brota del amor. De todo lo cual me siento muy orgulloso.