Manuel de Diego Martín

|

6 de marzo de 2010

|

200

Visitas: 200

Desde hace unos días se han repartido por nuestras parroquias y por las calles montón de octavillas y se han pegado carteles con el grito de “Albacete, vida sí”. En el punto de la “i” del “sí” han puesto un corazón. Dicho de otra manera este sí nace desde el fondo del corazón, es una llamada, una exigencia de amor concreto que nos lleva a gritar justicia hacia esas criaturas indefensas que corren el riesgo de ser masacradas en el mismo seno de sus madres.

También en el mismo pasquín aparece la silueta de un feto, en cuyo interior, como si fueran esa infinidad de células que lo van tejiendo, se ve una multitud de rostros humanos, que parece que están gritando a este “nasciturus”: “Estamos contigo, tú tienes derecho a vivir, tienes derecho a nacer”. Yo quiero estar también de ese recinto uniendo mis manos y mi voz, y os invito a todos los que leáis estas líneas a estar también al lado de este embrión.

Hoy en toda España se están celebrando concentraciones a favor de la vida. Mucha gente de Albacete saldrá hoy a la calle para decir que no estamos de acuerdo con la nueva ley del aborto. No estamos de acuerdo con esta ni con ninguna otra. Con esta de ninguna manera, pues si en otros momentos, entre dos grandes males, con mucho dolor había que escoger un camino, y ese camino malo estaba despenalizado, ahora te dicen que tienes derecho a hacer lo que quieras, tienes derecho a decidir y a eliminar así, porque sí, a esa pobre criatura inocente.

Y en ese desbocado despliegue de derechos, una adolescente de dieciséis años que tiene que pedir autorización a sus padres para tantas cosas, aquí tendrá blindaje, tendrá patente de corso para hacer lo que le venga en gana, pues tiene derecho a hace con su cuerpo lo que quiera. Pero no tiene derecho al cuerpo de los demás, no tiene derecho a eliminar a un inocente que aunque está dentro de su cuerpo, no es su propio cuerpo.

Aquí en la plaza del Altozano, cada mes, el día veinticinco, nos reunimos un centenar de personas para recordar el sí a la vida. Esperamos que este domingo, no un centenar, sino muchos centenares salgan a gritar un si a la vida, y un no a la muerte. Este grito tiene que llegar al cielo, pues el aborto es uno de esos pecados que tal como los describe la Biblia, son tan graves que claman al mismo cielo.

Los pasquines repartidos nos recuerdan que en democracia se escucha la voz del pueblo. Pues aquí, aunque hayan escuchado la voz de una parte del pueblo a través del Senado y del Congreso para decir sí a esta ley abortista, queremos recordar que hay mucha, muchísima gente que también son pueblo y no están de acuerdo con ella. Y si no podemos hacer nada a nivel legislativo, que como decía el poeta Celaya, cuando nos quiten todo, que al menos nos quede la palabra. La palabra para gritar con el corazón puesto en la “i” un sí a la vida.