Manuel de Diego Martín
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13 de agosto de 2011
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Estos días hemos vivido las revueltas de jóvenes en el Reino Unido con tanta violencia que hasta el más flemático inglés se echa a temblar.
Hace poco tiempo ocurría lo mismo en las barriadas de París. En Grecia también hay revueltas juveniles y lo mismo ocurre hasta en la ciudad santa, en Jerusalén. En España “los indignados” también muestran su contestación ante tantas cosas que deben cambiar.
¿Quién puede arreglar todo esto? Ciertamente sabemos desde la amargura histórica que los totalitarismos, no. Tampoco los anarquismos llevan a nada que sea de recibo. Pensábamos que los sistemas democráticos, con sus limitaciones, eran los que mejor aseguran los estados de derecho. Si esto tampoco vale ¿Con qué nos quedamos?
El Papa Benedicto en su encíclica “Spe salvi”, después de analizar diferentes sistemas sociales, llega a decir que la ciencia sola, no salva al hombre, al hombre le redime el amor. Hoy no sabemos quién manda en el mundo, si los políticos o los banqueros. Vamos a pedir al cielo que haya políticos y banqueros con más amor y será posible un mundo más justo y fraterno.
Si estos días hemos visto montón de jóvenes chillando, quemando casas, robando comercios, vamos a tener la suerte de ver en Madrid a otros jóvenes, del mundo entero, haciendo todo lo contrario, es decir, abriendo sus brazos en son de paz, y escuchando las palabras del Santo Padre que les invitan a la fraternidad más universal.
Con la que está cayendo yo me pregunto: ¿cómo puede haber gentes que muestren tanto rechazo hacia esta visita papal? Gracias, Benedicto, en un mundo que arde, necesitamos más que nunca tus palabras de amor.