Ignacio Requena Tomás

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29 de mayo de 2021

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En este domingo de la Santísima Trinidad escuchamos el final del evangelio de san Mateo con el envío de los discípulos y la promesa de Jesús de que siempre estará con ellos. Es el mandato misionero: “Id y haced discípulos”.Galilea fue el lugar de la llamada y el comienzo del seguimiento y, ahora, será allí, en la montaña, lugar de la manifestación de Dios, donde todo comenzará de nuevo, Jesús les hace continuadores de su misión, una misión universal. Mateo describe todo aquello que ha orientar siempre a sus discípulos.

En el monte, Jesús les revela el misterio de su persona: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra”, el Padre es el que ha enviado al Hijo, y el Espíritu Santo será la fuerza para poder continuar su misión, es la base de nuestra fe en la Santísima Trinidad, un misterio para ser contemplado y vivido.

Jesús siempre se sintió como el Hijo querido de Dios, siempre lo llamó “Padre”, el “Padre Compasivo” que tiene un proyecto en su corazón, y movido por su Espíritu se dedicará a hacer de todos una familia de hijos y hermanos, un mundo más humano, donde todos puedan acogerse a una nueva esperanza, experimentando la cercanía de Dios.

Para ello será necesario “enseñar a guardar todo lo que os he enseñado”. La comunidad cristiana será lugar de encuentro con el Resucitado, con su Palabra, la que enseña a vivir como Jesús y desde Jesús, teniéndole siempre en el centro. 

“Y sabed que yo con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, él está con nosotros. Esta es la fe que ha animado siempre a las comunidades cristianas. No estamos solos, abandonados a nuestras propias fuerzas, él nos da vida y nos llena con su Espíritu. 

Desde este encuentro vivo en la comunidad nace el impulso a comunicar y anunciar su mensaje, a hacer discípulos “bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Ser bautizado es asumir el compromiso de vivir la buena noticia: seguir los pasos de Jesús, sintiéndonos hijos de Dios Padre que, movidos por el Espíritu, construimos un mundo más fraterno.