Manuel de Diego Martín

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1 de junio de 2013

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Cuentan de un pobrecito que se acercó a un obispo a pedirle una limosna, y el prelado que se encontraba sin un ochavo en el bolsillo, con la mejor voluntad de darle algo, le dijo: “te concedo, hijo mío, trescientos días de indulgencia” Y el buen hombre que de todo aquello no sabía mucho le preguntó: “¿Es que no podía darme la mitad en calderilla?”

En este día del Corpus Christi, día de la Caridad fraterna, Caritas diocesana nos sigue gritando el eslogan del año: “Vive sencillamente para que otros sencillamente puedan vivir”. Y ha puesto en nuestras manos el Informe Foessa 2013  en el que nos muestra una sociedad fracturada donde las desigualdades aumentan y consiguientemente las pobrezas también. Y nos llega una honda y triste preocupación y nos decimos: “¿Hasta dónde vamos a llegar?”. Y a la vez nos preguntamos: “¿Cómo poner remedio a tanto desmadre y a tanta pobreza como nos envuelve?”.

Hoy, en el año de la Fe, el Papa Francisco, invita a la cristiandad entera a poner un gesto solidario sobre la mesa. Tal vez esperábamos que iba a ser un gesto tan concreto, tan hecho calderilla, como sería dar el diezmo de nuestros bienes, renunciar a pagas extras, o tal vez  a revivir entre nosotros aquello que hacían las primeras comunidades cristianas cuando se desprendían de sus bienes para ponerlos en común.

No, el gesto va a ser totalmente diferente. Se trata de que todos los cristianos en el día de hoy pasemos una hora de adoración ante el Pan Partido, ante Cristo hecho Eucaristía. Puede ser que este gesto para muchos no creyentes les de un poco de risa pensando en la manera tan rara que tienen los cristianos de arreglar los problemas. Nosotros tenemos la convicción de que este gesto hecho desde la fe, con toda profundidad, es como un terremoto en nuestras conciencias, que nos hace capaces de pasar de las palabras a los actos, de los buenos propósitos a los mejores compromisos.

Se dice aquello de que menos palabras y más hechos. Hoy podemos decir, que cuanto más silencio hagamos en nuestras vidas, más adoración tengamos ante el Santísimo, nuestro actuar se volverá  más solidario, justo y fraterno.