Manuel de Diego Martín

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4 de abril de 2015

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A raíz del avión estrellado en los Alpes, oí un editorial del periodista de la Cope José Luis Restán que me gustó mucho. En el editorial venía a decir que en medio de tanto despropósito, tanta locura, tanto absurdo, tanto dolor…, gracias a Jesucristo Resucitado podemos esperar que la “nada”, es decir esa realidad nihilista que tantos propugnan, no quede en nada. Gracias a Cristo Resucitado nos queda siempre la certeza de que hay futuro para el hombre.

Hoy celebramos la gran fiesta de las fiestas. El Crucificado, el que fue víctima de todas las mentiras, atropellos, vejaciones, injusticias, ha resucitado. El bien ha triunfado sobre el mal, la verdad sobre la mentira, la justicia sobre la injusticia, la paz sobre la violencia y la guerra. El primer saludo del Resucitado a sus discípulos será éste: “Paz a vosotros”. Estas palabras de Jesús nos confirman que pase lo que pase, siempre es posible la paz.

Asistí el pasado día 26 de marzo en el Convento de Carmelitas a una vigilia de oración por la paz. Esta vigilia de oración fue una propuesta que hizo el Papa Francisco para que en el día en que se cumplía el quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa, como el mejor regalo de cumpleaños que podíamos hacerle, fuera una vigilia de oración para pedir por la paz en el mundo. E invitaba no solamente a los católicos sino a todas las confesiones cristianas, incluso a las diversas religiones  a unirse a esta oración.

Efectivamente fue una hora intensa de oración comentando textos de la Santa que venían como anillo al dedo para orar por nuestro mundo de hoy. “Estase el mundo ardiendo” era el grito dolorido que Santa Teresa lanzaba al contemplar los conflictos, las guerras y divisiones de la sociedad y de la Iglesia de su tiempo, sobre todo las guerras y luchas de religión. Sin duda, si la Santa viviera en nuestro tiempo,  tal vez diría lo mismo con más preocupación y dolor.

En verdad estamos en un mundo que arde, un mundo lleno de violencia, de guerras silenciosas o silenciadas, un mundo de injusticias y corrupciones. Cada día son noticia las mujeres víctimas de la violencia, como la situación de ancianos y niños que viven también la violencia familiar o en el mundo de la exclusión. A esto se añade el terrorismo loco en fase creciente y tantos cristianos que, simplemente por serlo, son literalmente crucificados. Ciertamente nos hacemos eco de las palabras de Teresa, y nos atrevemos a afirmar, como ella, que está el mundo que arde.

Pero hay un Agua Viva que puede apagar todos los fuegos. Esta agua viva es la certeza de que Cristo vive. El Crucificado ha Resucitado. Hay esperanza para el mundo. ¡Feliz Pascua de Resurrección!