José Joaquín Tárraga Torres
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25 de marzo de 2023
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Jesús, transmite con la palabra, pero también con los gestos. Jesús llora al enterarse de la muerte de su amigo Lázaro. Y la gente, al verlo, decía: “Cómo lo quería”.
En la comunicación hay preguntas, interrogantes, silencios, apelaciones, … También debe haber escucha. Jesús ha tardado unos días en acercarse a Betania. Las hermanas de Lázaro le han echado de menos cuando más lo necesitaban. Así se lo hacen saber. Al parecer, el tiempo de Dios no es nuestro tiempo.
Jesús entabla un diálogo con alguien que puede cambiar la mirada, el corazón, la vida. Jesús dialoga con el Padre. Levanta los ojos y agradece que Dios sea un Padre que escucha. Pone la vida en manos de Dios y sabe que sus propias Palabras salen del corazón del Padre.
La oración de Jesús es una oración basada en la confianza. Una confianza que se fundamenta en la escucha. Tiene la certeza de que es escuchado y sabe escuchar la voluntad del Padre.
Es Jesús el que pide que escuchemos su propuesta, sus palabras: “Yo soy la resurrección y la vida”. Con un fuerte grito, como aquel que quiere romper toda incertidumbre, Jesús pide a Lázaro que salga de su sepulcro.
Emerger de la oscuridad, del vacío, de la nada. Pasar de la tristeza a la alegría. Salir de todo aquello que nos ata. Desatar todo aquello que rompe la amistad y la libertad de una vida plena.
La Palabra nos invita a la escucha, al diálogo. A dejar monólogos que centran nuestra vida alrededor de egos. Una invitación a confiar, a esperar en la Palabra eficaz de Jesús. En Jesús hay vida. Una vida eterna que rompe toda muerte y oscuridad.
Es tiempo de entablar ratos de diálogo con el Señor. Dejar que desate nuestras vendas que no nos dejan movernos ni dejan ver con claridad. Háblale y deja espacio para que Él te hable. Él te escucha, siempre.
José Joaquín Tárraga Torres
Delegado de M.C.S.