Pablo Bermejo
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8 de septiembre de 2007
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Un día de primavera hace muchos años mis tíos me invitaron a comer a un restaurante con bastante prestigio en una carretera murciana. Nos sentamos en la terraza pues no hacía mal día y el camarero nos sirvió las sugerencias de la casa. La casualidad quiso que unos amigos de mis tíos también pararan a comer en dicho restaurante camino de la playa, pero ellos tenían mesa reservada dentro. A lo largo de nuestra comida estuvimos muy molestos debido a una gran cantidad de moscas que acudían a los platos, y de hecho hubo varios pedazos de carne que no nos quisimos comer pues la idea se hacía repulsiva debido al número de moscas que se había aposentado en ellos.
Cuando estábamos tomando el postre, la pareja de amigos salió del restaurante y mi tía me dijo: Ahora nos preguntarán cómo hemos comido, no digas que nos han molestado las moscas. No comprendí por qué había que mentirles, pero el caso es que mis tíos dijeron que la comida estaba deliciosa y se estaba muy bien en la terraza. Más tarde cuando acusaba a mi tía de mentir ella me contestaba que lo entendería cuando fuera mayor. El caso es que olvidé aquello hasta este verano.
Debido al temporal, hace dos semanas la mayor parte de la costa donde veraneo estaba plagada de kilos y kilos de algas que no sólo impedían poder bañarse sino que desprendían un olor demasiado fuerte para tomar el sol a gusto. Invité al apartamento a mi novia y un día nos encontramos en el paseo de la costa con una pareja de amigos. Les preguntamos qué tal estaba la playa por su zona y nos dijeron que de maravilla, aunque no estaban muy morenos. Andando, llegamos a su zona y resultó que estaba también llena de montones de algas, con tractores yendo y viniendo para quitarlas de la orilla.
Entonces me acordé de aquella comida con mis tíos, y aunque ahora entiendo lo que mi tía quería decir, no puedo estar de acuerdo con esa forma de pensar. No recuerdo si aquella pareja preguntó qué tal la comida con tono irónico o si mi tía se lo imaginó, pero desde luego nosotros preguntamos con la mejor intención qué tal estaba la playa en la zona de su apartamento. Si pienso que todos tienen esta predisposición a aparentar, ya me siento como si estuviera haciendo algo mal al preguntar qué tal como si estuviera preguntando cuánto dinero ganan, lo cual sí que está mal y en otra ocasión contaré otra anécdota al respecto.