Manuel de Diego Martín

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2 de abril de 2011

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Las lecturas del martes pasado, 3º de Cuaresma, eran una catequesis sobre el perdón. Ante la pregunta de Pedro a Jesús, a quien lo ve muy propenso a esto del perdón, le pregunta si hay que perdonar hasta siete veces, lo cual le parece ya mucho. Jesús le contesta que no siete veces, sino setenta veces siete, que es una manera de decir siempre. El pobre Pedro se quedaría a cuadros.

Un feligrés me comentaba al acabar la misa. ¡Qué difícil es esto de perdonar siempre y a todos! ¿También hay que perdonar a los de la ETA, al Cuco, a los asesinos de Marta y de Mari Luz, a esos dictadores genocidas, ciegos e incapaces de comprender el mal que hacen a sus pueblos?

Aunque el perdonar sea difícil, lo necesitamos como el agua, como el aire que respiramos. No podemos imaginar el bien social que estas palabras de Jesús de que hay que perdonar “setenta veces siete” ha hecho a la humanidad a través de los siglos. Nosotros, aunque nos cueste el perdón, hemos tenido la suerte de ser educados en estas palabras. Viví diez años como misionero en África en una ambiente animista, pagano. Hablarles del perdón era para aquella gente poco menos que intentar explicar los colores a un ciego. En su cultura, al que te hace el mal hay que machacarlo, eliminarlo, borrarlo de tu mente. Si alguien hacía algo que iba contra el clan, le hacían ya el entierro en vida, desaparecía para ellos. Proceder así era lo correcto, lo lógico. Cuando entraban en el catecumenado cristiano, empezaban a ver y entrever la realidad del perdón tal como la presenta el evangelio.

Estos día se está proyectando en nuestra ciudad una película “Encontrarás dragones” que está teniendo gran éxito de audiencia y nos alegramos por el bien que puede hacer a la gente. El tema central es el perdón. Esta actitud de perdón la protagoniza un joven sacerdote que hoy es santo, san Josemaria Escrivá de Balaguer, que se encuentra en un mundo de odios tal como se vivieron los enfrentamientos de la Guerra civil española de los unos contra otros.

Para poder vivir como cristianos necesitamos que nos perdonen y ser nosotros capaces de perdonar. Ya sabemos que esto es muy difícil, pero es posible. Como dice Jesús en otra ocasión, para los hombres solos esto es difícil, es posible con la ayuda de Dios.