+ Mons. D. Ángel Fernández Collado
|
18 de marzo de 2021
|
88
Visitas: 88
[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]L[/fusion_dropcap]a Solemnidad de San José que estamos celebrando va muy unida a la celebración del Día del Seminario. Por ello, nuestra Iglesia de Albacete tiene hoy un recuerdo especial por las vocaciones sacerdotales. Dios no abandona nunca a su pueblo, sino que permanece siempre fiel, enviando pastores que guíen al Pueblo de Dios por las sendas de la verdad y la vida. Todos estamos llamados a promover la vocación específica al ministerio sacerdotal desde nuestra condición de bautizados.
La familia, los catequistas, los diferentes grupos parroquiales, los sacerdotes y el obispo como cabeza pastoral de la Iglesia diocesana, deben promover una respuesta generosa al Señor, animando y acompañando a niños, adolescentes, jóvenes y adultos a encontrarse con Jesucristo, que sigue llamando a trabajar con Él en su viña y a pastorear sus ovejas. Solo desde el encuentro personal con Jesucristo, el llamado por Dios a ser sacerdote puede ser generoso y dar un sí definitivo a la llamada divina.
El seminario es misión de todos, por ello, hemos de elevar juntos oraciones por nuestro futuro Seminario y por las vocaciones al ministerio sacerdotal. Entre todos hemos de crear un ambiente favorable de generosidad y entrega, de apertura a la llamada divina y de respuesta fiel a la llamada que Dios hace. El ministerio sacerdotal es un don de Dios, un regalo a nuestra Iglesia para mostrar de un modo visible que Cristo es el Buen Pastor y que llama a otros a ejercer en su nombre este ministerio en su Iglesia.
La Palabra de Dios nos presenta a san José, que «hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a su mujer». José se convierte así en custodio, dedicándose con gozoso empeño a la educación de Jesús y a ayudar a su esposa María. El cuidado paternal que ejerce san José se caracteriza por la discreción, la humildad, el silencio activo, con una presencia constante y fiel, aun sin comprender del todo qué era lo que sucedía, fiándose completamente de la palabra de Dios anunciada por un ángel en sueños.
San José es ejemplo de apertura a Dios, de atención constante a los signos y acontecimientos que iba descubriendo en su camino, disponible totalmente a su proyecto, dejando a un lado sus intereses y preocupaciones para dedicarse con amor generoso a su familia de Nazaret. Dios mismo es el centro de su hogar, quien guía y marca el camino, el que se hace presente en sus vidas de un modo particular con Jesús.
Hoy nuestra Iglesia tiene especialmente presente al Seminario en el que se forman nuestros seminaristas. En él se preparan aquellos que han descubierto y aceptado una llamada especial al ministerio sacerdotal, una vida entregada a la predicación del Evangelio, al ejercicio de la caridad y a la presidencia de los sacramentos, en nombre de Cristo.
«El seminario es misión de todos». Hemos de ser conscientes de que la llamada que Dios hace a niños, jóvenes y adultos, necesita también un ambiente propicio para ser escuchada. De ahí que todos seamos responsables de facilitar y ofrecer la tarea vocacional en nuestras parroquias.
Tres aspectos a tener presentes: el sacerdote es llamado por Dios en Jesucristo, es consagrado por Él con la unción del Espíritu y es enviado a realizar su misión en la Iglesia:
Nuestra Iglesia de Albacete necesita sacerdotes: jóvenes que escuchen la llamada de Dios, su voluntad, y que respondan generosamente a su llamada mediante este servicio, como sacerdotes de Jesucristo. Nuestras familias, nuestras catequesis deben ser promotoras de vocaciones, animando, orientando, y suscitando una respuesta positiva a esta llamada.
La familia es el primer lugar donde el niño y el joven recibe primeramente su formación humana y cristiana. La familia, abierta a la vida, se convierte en un núcleo esencial para que Dios pueda hacer llegar su voz a los niños y a los jóvenes, animados por un fuerte deseo de ser instrumentos útiles en las manos de Dios, como sacerdotes y pastores de su Iglesia.
Pidámosle a san José, patrón de los Seminarios y a la Santísima Virgen María, que intercedan ante su Hijo, a quien cuidaron en la tierra, para que sigan llegando seminaristas y santos pastores a nuestra Iglesia diocesana de Albacete para servir a Dios y formar buenos cristianos.