Manuel de Diego Martín
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14 de marzo de 2015
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Hoy en la Diócesis de Albacete celebramos el Día del Seminario. Esta jornada en la tradición de la Iglesia está asociada a la fiesta de S. José que pudiéramos decir fue el primer “rector” del primer “seminario” en que se formó el primer “sacerdote”, nuestro Señor Jesús. Al ser la fiesta de S. José un día laboral se ha visto más conveniente celebrarla en este domingo.
El cartel de este año es muy sugerente. Vemos a Jesús lavando los pies a Pedro. Y éste lleno de estupor le dijo: “¿Tú lavarme los pies a mí?”. Y después de una pequeña regañina para que se dejase lavar, Pedro le respondió aquello de lávame los pies, las manos, la cabeza, lo que quieras. Estas palabras han sido traducidas con la oración de Santa Teresa que dice así: “Señor, ¿qué mandáis hacer de mí?” que viene como lema del cartel.
Hoy necesitamos jóvenes que contemplando a Jesús en ese acto de amor y de entrega hacia nosotros, le puedan decir también: “Señor, ¿qué mandáis hacer de mí?”. Y es posible que en su corazón escuchen la respuesta que Jesús les da: “Siento lástima de tantas gentes que están como ovejas sin pastor. Siento tristeza al ver tantas parroquias semiabondonadas por falta de sacerdotes. ¿Quieres ayudarme?”. Efectivamente, las parroquias de nuestros pueblos necesitan sacerdotes para celebrar la Eucaristía, para administrar el sacramento del Perdón y los demás sacramentos. Para anunciar la palabra de Dios y acompañar a los fieles en su vida cristiana. Para estar al lado de los más pobres y de los que viven sin esperanza. Si los pueblos se quedan sin sacerdotes, algo grave está ocurriendo. Me viene a la memoria las palabras del santo Cura de Ars cuando decía en el siglo XIX, “dejad a una parroquia veinte años sin cura y acabarán por adorar a las bestias”. Tal vez S. Juan María Vianney exagera un poco, pero la falta de sacerdotes nos debe preocupar pensando en el futuro de nuestras parroquias.
Así pues este es un Día que nos interpela a todos. En primer lugar a los curas. Tenemos que preguntarnos: ¿Cómo vivimos nuestro sacerdocio? Si los niños y jóvenes nos ven mundanizados, tibios, aburguesados, sin amor y pasión por Jesús, se van a animar poco a ser curas. Nos dice el Papa que debemos evangelizar por atracción. Es necesario que, al vernos, los chicos se sientan interpelados por nuestra manera de vivir.
Hoy también las familias cristianas deben dejarse interpelar. En primer lugar hay que animarles a tener niños y darles después una buena educación cristiana. En la catequesis y educación de la fe a los chicos hay que enseñarles a vivir la vida como vocación, es decir, ver lo que Dios quiere de nosotros. ¡Cuántas vocaciones han surgido al rescoldo de esas familias cristianas en que las madres decían que su más grande ilusión era la de tener un hijo sacerdote! Si hoy los padres piensan que otras tareas de la vida son más exitosas, difícil se presenta el panorama vocacional.
Termino recordando que hoy es un día para orar por el grupo de seminaristas que tenemos para que lleguen a ser santos sacerdotes. Y oramos para que vengan otros más. Y también queremos colaborar con nuestros medios económicos a su formación. Y ¡qué dicha si un día muchos pueblos ven entrar en su parroquias jóvenes sacerdotes. Cuánto bien pueden hacer entre sus gentes!