Manuel de Diego Martín
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30 de junio de 2007
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En mis tiempos de seminarista aprendí un refrán que en latín decía : “corruptio optimi pésima” que traducido a nuestro lenguaje liso y llano quiere decir que cuando uno ha sido buenísimo, si luego se desvía, se tuerce, este tipo se convierte en lo peor que se pueda imagina. La experiencia de cada día nos dice que este refrán no va muy descaminado.
Los españoles hemos presumido muchas veces de ser los mejores en muchísimas cosas. Los que más misioneros tenemos en al ancho mundo; los que contribuimos más generosamente a las campañas de solidaridad que se organizan a nivel mundial. Los que acogemos las pateras perdidas alta mar cuando otros países las rechazan. Los que evangelizamos todo un continente llevándoles nuestra lengua y sangre… Hasta hace poco éramos modelo de convivencia familiar, la católica España podía presumir de las familias numerosas.
Vamos siendo casi los mejores en algunos deportes, el tenis, las carreras de coches, el basket. Ojala sigamos en esta buena racha, y que el himno nacional con música y letra también todo suene en muchos eventos deportivos.
Ahora nos despertamos con la noticia de que somos los peores, porque nos hemos desmadrado en el consumo de cocaína. Somos los primeros en el ranking mundial, por encima de Estados Unidos que tiene una población de cinco veces más. Somos los más divorcistas de toda Europa. Nuestros matrimonios son los que menos hijos tienen de Europa, y en fracaso escolar vamos también a la cabeza. Es decir que en un mañana, seremos pocos y si nos descuidamos analfabetos. Somos también los que más operaciones de cirugía plástica se hacen o de cambio de sexo.
¿Seremos también campeones en el botellón, en las luchas separatistas ante el revivir de exacerbados separatismos? ¿La católica España será un terreno propicio para que campee a sus anchas un laicismo radical y feroz, que quiere borrar de nuestro suelo la idea de Dios y todo lo religioso?
Que Dios no quiera suceda todo esto. Pongamos todos los medios posibles para evitarlo. Gobernantes, jueces, profesores, sacerdotes, educadores, todos unidos para que en España sigamos cantando la inolvidable copla de Manolo Escobar de que seguimos siendo lo mejor.