Luis Enrique Martínez Galera

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3 de noviembre de 2012

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]n lo alto de la ciudad, junto a los restos de la antigua fortaleza se encuentra  situado el Santuario de la Virgen del Rosario patrona de Hellín. Su fina y delgada torre campanario, decorada en azules, blancos y beis, se eleva sobre el perfil del horizonte señalando la presencia de un lugar mariano, y en la oscuridad de la noche con su luz atrae la mirada de aquellas personas que buscan un claro referente.

El origen del santuario se adentra en la Edad Media en tiempos de moros y cristianos cuando en este lugar se encuentra una imagen de la Virgen del Rosario y se construye la primera ermita. El edificio que ha llegado a nosotros data de finales del siglo XVII y se remata en 1877 con la reorganización de las tres naves y la aportación significativa de la portada y la torre, obras del arquitecto local Justo Millán Espinosa, en estilo ecléctico, que le dan un aire propio y especial.

En su interior, digno de visitar, entre muchas cosas destaca el camarín de estilo rococó, en el que se encuentra la imagen de la patrona obra del imaginero sevillano Fernández-Andes en 1939, una vez terminada la guerra civil, para reemplazar a la antigua que había sido destruida, y de la que sólo quedó el Niño Jesús que porta la actual. En el camarín llama la atención sus pinturas murales que lo envuelven y que hacen un canto a la obra creadora y redentora de Dios en la que María ocupa un lugar destacado como madre del Hijo de Dios, Jesucristo, Nuestro Señor. Estas pinturas, realizadas a mediados del s. XVIII por pintor o pintores anónimos, representan escenas  bíblicas y teológicas, distribuidas en tres niveles temáticos. El inferior representa la Creación: Ceración de los animales, Creación del hombre y de la mujer, El pecado…; el intermedio representa escenas de la vida de Jacob y el tercero, en los sectores de la cúpula, desarrolla escenas de la infancia de Jesús relacionadas con María, con el detalle de que en todas estas escenas en el ángulo superior está representado el Espíritu Santo. Las pilastras decoradas con flores, elementos vegetales y veneras  presentan tondos con angelitos arrodillado que portan los símbolos de la letanía lauretana: Vaso, rosa, palma, azucenas, olivo espejo, y lirio; elementos que completan el canto mariano de todo el camarín.

Al pasar por Hellín siempre encontramos la inhiesta torre que nos invita a parar y subir. En este sentido recuerdo una de las estrofas del himno que Mariano Tomás, poeta hellinero, compusiera con motivo de la coronación canónica en 1955: “Claro faro, asentado en la colina, que ilumina y le ofrece dulce amparo hacia quien a ti camina”.