+ Mons. D. Ángel Fernández Collado

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12 de mayo de 2022

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]F[/fusion_dropcap]IESTA COLEGIO “LA ENSEÑANZA” – ALBACETE

Damos gracias a Dios por la existencia de este Colegio de la «Enseñanza», vuestro Colegio. Sois herederos de un carisma educativo de gran prestigio e identidad propia, de una misión importante en el campo de la educación católica. Nace con la Compañía de María, Nuestra Señora, Congregación de vida consagrada, fundada por Santa Juana de Lestonnac y con este Colegio que ella funda en Albacete.

Damos gracias a Dios por la persona de Santa Juana de Lestonnac, santa religiosa francesa que funda la Congregación religiosa de la Compañía de María, Nuestra Señora, dedicada a la educación de niños y jóvenes. Santa Juana contrae matrimonio y da a luz a 8 hijos; al quedarse viuda, percibe que Dios la pide entrar en una Congregación Religiosa de vida de oración, de contemplación y de gran austeridad. Pasado algún tiempo deja esta Congregación y funda la Compañía de María, Nuestra Señora, y se entrega en cuerpo y alma al servicio de la educación cristiana de niños y jóvenes. Santa Juana nació en Burdeos en 1556 y murió en esta ciudad en 1640. Su carisma o misión lo entendió como una llamada de Dios para que, a través de sus Colegios y las Religiosas de sus Conventos educasen a los alumnos y alumnas en la fe, como servicio evangelizador de la Iglesia. Su carisma, estilo y misión permanece en vosotros como miembros, alumnos, profesores y trabajadores de servicios, de este Colegio de La Enseñanza.

Dada vuestra identidad católica y misión educadora, apostólica y evangelizadora, a través de la formación en el Colegio, es preciso reavivar el compromiso educativo y cristiano del profesorado con las jóvenes generaciones, renovando así la pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de desarrollarse mediante la escucha paciente, el diálogo constructivo y la mutua comprensión. El Papa Francisco defiende un cambio global de la educación teniendo en cuenta su concepción antropológica. Hay que poner pasión, especialmente por parte del profesorado, por conseguir una educación más abierta e incluyente. Una educación en la que se comparta en diversidad el compromiso por generar una red de relaciones humanas y abiertas. Todo ello, con un marcado carácter fraternal, que deja de lado la discriminación.

El Papa Francisco, en su Encíclica Laudato sí (Alabado seas, mi Señor), nos recuerda que vivimos en una sociedad que sufre cambios vertiginosos cada día. Y que esta nueva realidad nos cambia los puntos de referencia en que nos veníamos apoyando y nos empuja a adéntranos vertiginosamente en una nueva realidad educativa. Una buena y renovada educación católica se hace cada vez más necesaria en nuestra sociedad. La educación católica tiene un ideario concreto basado en Jesucristo y su Evangelio, donde los valores cristianos son el eje transversal en cada una de las etapas educativas.

Este proyecto educativo debe estar realmente impregnado de los criterios y valores que configuran la identidad católica. Pero aún más, se trata de que cualquier educador de la escuela católica esté identificado con este ideario y que lo haga suyo desde la experiencia vivida en el trato interior y profundo con la persona de Jesucristo. El profesor católico es la pieza clave de la educación del presente y del futuro, y, la experiencia eclesial demuestra que quienes son auténticos maestros, aúnan profesión y vocación. Es muy necesaria una buena formación del profesorado, pero es también muy necesario acompañarla con profesores «testigos del amor de Dios», sensibles a la realidad, que inspiren e impulsen a los alumnos a ser protagonistas colaboradores de su proceso educativo, acompañando este caminar con la cercanía y presencia de la persona de Jesucristo y de su Evangelio.

La escuela católica en España está comprometida en cumplir eficazmente con su misión. Partiendo de una concepción antropológica enraizada en la fraternidad, la escuela católica tiene un proyecto educativo firme, porque sabe perfectamente cuál es el punto de partida y cuál el de llegada. En el horizonte están las personas y su plenitud humana y cristiana. 

Se trata de humanizar con los mejores recursos pedagógicos disponibles. Es urgente educar, siempre desde los criterios del Evangelio, estableciendo un verdadero diálogo fe-cultura, basado en la inclusión y la fraternidad. Para ello, la escuela necesita profesores, educadores, maestros expertos en humanidad, que miren a Jesús de Nazaret como el verdadero Maestro. Personas cristianas, hombres y mujeres, laicos o consagrados, que conocen la realidad y los medios actuales y están preparados para seguir el camino apasionante de ayudar a los alumnos a ser quienes realmente son: hombres y mujeres de Dios, hijos de Dios, presentes en este mundo para evangelizarlo, hacerlo más humano y fraternal. La tarea o vocación educadora cristiana es apasionante. Colaboremos con todo nuestro ser, experiencia cristiana y capacidad educadora, para formar buenas personas, niños y jóvenes, buenos profesionales y buenos cristianos.

Que Dios y María, nuestra Madre y Señora, sigan acompañando y bendiciendo este Colegio de La Enseñanza, sus niños y jóvenes, sus profesores, familias, y personal administrativo y de servicios Contad con mi apoyo, cercanía y bendición.

Ángel Fernández Collado

Obispo de Albacete