Luis Enrique Martínez Galera

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3 de junio de 2013

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El mes de junio termina con la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, en concreto el día 29, y también en líneas generales el curso pastoral. En el museo  de la iglesia parroquial de la Santísima Trinidad de Alcaraz encontramos una escultura de San Pedro que interpela al espectador ocasional que en aquella sacristía museística se introduce. Se trata de una escultura atribuida al gran escultor e imaginero murciano Francisco Salcillo y Alcaraz, procedente de la antigua parroquia de San Miguel Arcángel de la misma ciudad, hoy centro cultural.

La imagen representa a San Pedro de pie, como caminando, descalzo, levantando el brazo derecho como llamando la atención del público, mientras en el brazo izquierdo porta un libro de gran tamaño. Con la mirada fija al frente y la boca entre abierta como predicando, dirigiendo la palabra a un grupo de espectadores que lo escuchan. Destaca en la escultura el plegado de los paños, perfectamente tratados y con bastante movimiento, así como la cabeza, bien tallada, que ofrece la fisonomía de un hombre maduro de rasgos marcados que dan a la imagen gran expresión. Al tratarse de un apóstol representado en la noble tarea del anuncio del Evangelio, carece de los símbolos que tradicionalmente lo representan e identifican, las llaves, la tiara papal, la cruz invertida de su martirio, las cadenas de su cautiverio o el gallo de las negaciones,… solamente le acompaña el libro, propio de evangelistas y autores del Nuevo Testamento. La cabeza calva y tonsurada, es el único elemento que lo caracteriza y distingue de los demás apóstoles. Aunque la obra es plenamente barroca en la composición, por la carencia de estofados, la sencillez de la policromía, así como el marmoleado de la peana, parece abrirse a los planteamientos más neoclásicos que ya van apareciendo en el último tercio del siglo XVIII y por con siguiente la escultura se considera como una de las últimas obras del autor que fallece en 2 de marzo de 1783.

Para valorar artísticamente esta obra García-Saúco dice de ella: “Por la nobleza de la escultura, en las manos, en la actitud, plegado de los paños y recia sobriedad del semblante convierten a esta obra, en nuestra opinión, en una de las más logradas del artista en toda su producción, y, por supuesto, de las mejores de la provincia”. Compartimos plenamente su opinión e invitamos a contemplarlo en nuestra próxima visita a Alcaraz.