Manuel de Diego Martín
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23 de enero de 2010
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El día 24, celebramos la fiesta de S. Francisco de Sales, patrón de escritores y periodistas. Yo no sé si algunos colectivos celebrarán en estos días a este santo patrón, lo que sí es cierto que es que tenemos mucho que aprender de este hombre en tiempos en que el navajeo, la crispación, el ir a la caza del otro para chafarlo, el vender mentiras como verdades, el ofrecer productos envenados para la moral y las buenas costumbres, está a la orden del día en nuestros medios de comunicación.
Este santo es conocido como el Doctor de la amabilidad. Tenía una delicadeza tan grande en sus palabras, era tan dulce en sus discursos, que llegaba a cautivar a sus oyentes y lectores de tal manera que no podían resistirse a sus razonamientos. Pero el objetivo de este santo era llevar a la gente hacia causas nobles, invitaba a asumir compromisos que hacían crecer en humanidad.
Nos dice S. Francisco que hay que tener mucha paciencia con todos, pero sobre todo con uno mismo. Sin esta paciencia, empezando por uno y extendiéndola a los demás, nos convertimos en bordes. Dice también el santo doctor que hay que saber oponerse cuando algo contradice a lo que uno cree como principios irrenunciables, eso sí debe hacerse desde el respeto y la amabilidad.
Es bueno que recordemos a este santo en tiempos de turbulencias para animarnos a la calma. Los obispos españoles en el documento “Cristianos laicos, Iglesia en el mundo” nos recordaban ese gran campo, esa gran responsabilidad que los cristianos tenemos para hacer que los medios de comunicación, sirvan a la verdad, sirvan al bien común para hacer que las gentes crezcan en humanidad. Somos conscientes cada día de cómo los intereses particulares, las llamadas guerras de audiencia, el ganar dinero a costa de lo que sea llevan a ofrecer productos tan bajos, incluso se le califica como “basura”, que a la corta y a la larga lo que consiguen es envilecer a oyentes y espectadores.
¡Ah, si Francisco de Sales levantase la cabeza! Pues bien, que la levante y vea nuestro panorama a veces tan preocupante como desolador. Que nos eche una mano para que intentemos utilizar todos los medios comunicación con exquisita responsabilidad, pues estamos aquí para hacer crecer a los seres humanos como personas. Y si es posible que el santo nos conceda su misma amabilidad para hacerlo.