Antonio García Ramírez
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12 de enero de 2025
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Tiempo apremiante. Juan y Jesús comparten una visión apocalíptica de la realidad. Ambos perciben la urgencia de actuar: el tiempo se ha cumplido y no se puede esperar. Juan no abandona el desierto hasta ser encarcelado, mientras que Jesús pasa por el desierto, pero lo deja atrás para llevar la buena noticia a pueblos y aldeas. Los dos predican con coraje y determinación, movilizando tanto al individuo como a la comunidad. Hoy también necesitamos recuperar esta apocalíptica que nos aleje del conformismo —esa actitud que nos dice que no hay nada por hacer— y del derrotismo que asegura que todo está perdido. Si nuestro corazón vive en esa resignación, es señal de que ha dejado de latir con esperanza.
Tiempo de orar. El evangelio de Lucas destaca los momentos de oración en la vida de Jesús. En este caso, Jesús ora antes de recibir el bautismo, subrayando la importancia de la conciencia personal frente al misterio de Dios, para permitir su presencia. La oración auténtica es como un rascacielos: no solo nos permite mirar desde lo alto, sino que también eleva nuestro ser a niveles insospechados. Orar nos lleva a la trascendencia, un paso necesario para avanzar hacia nuestra propia misión. Tener el valor de entrar en nuestra morada interior provoca frutos abundantes: cielos abiertos y una vida guiada por el Espíritu. Hoy más que nunca, estamos llamados a ser espirituales, a vivir conforme a la promesa y a abandonar la mundanidad que reduce la vida a «comprar y tener». Somos mucho más que eso.
Tiempo de renacer. Aunque la visión apocalíptica unía a Juan y Jesús, las consecuencias de esta perspectiva los diferenciaban. Juan predicaba un juicio divino inminente, lleno de temor y temblor. Jesús, en cambio, anunciaba la misericordia de Dios, que se traduce en compasión y perdón. El mensaje central del cristianismo es el amor de Dios como Padre, un amor que debe llenar de alegría la profundidad de nuestro ser. Somos hijos de Dios, ¿no lo notáis? Y, como hijos, vivimos gracias al Espíritu que llevó a Jesús al desierto y lo impulsó a salir de allí para anunciar la salvación a todos.