Manuel de Diego Martín

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31 de mayo de 2008

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El próximo día 25 de julio, fiesta de Santiago Apóstol, se cumplirá el cuarenta aniversario de la aparición de la encíclica “Humanae Vitae”. Fue el gran papa del Concilio, Pablo VI, el que la escribió, y con ella también puso en pie uno de los potros de su incruento martirio. Ciertamente tuvo que sufrir el Papa lo indecible, el rechazo mas feroz de ciertos ambientes que no aceptaban las tesis del Pontífice.

A los cuarenta años de su publicación, muchos comentaristas están diciendo hoy que aquella Encíclica fue todo un símbolo profético, un ideal a seguir por el bien de la humanidad. Desgraciadamente hoy vemos que los caminos de Dios no son los caminos de los hombres, la distancia entre unos y otros sigue siendo abismal.

Repasando la Encíclica quiero resaltar tres puntos de las muchas cosas que dice sobre la vida humana y su dignidad. En primer lugar el concepto que Pablo VI elevó a categoría de lo que hoy conocemos como paternidad responsable. Los hijos tienen que se fruto de un acto responsable. También dijo aquello de que todo acto matrimonial por su misma esencia debe quedar abierto a la vida. Quiero añadir en tercer lugar la llamada que hace a los gobiernos para que protejan a las familias, para que el derecho a dar vida que estas tienen, lo puedan llevar a cabo porque se les dan los medios y las oportunidades. ¿Qué queda de todo aquello?

Estos días el Instituto de Política Familiar ha presentado en la sede del Parlamento Europeo de Bruselas un informe sobre la evolución de la familia en Europa 2008. Un periodista comenta este trabajo con el llamativo título: “¿Locura transitoria o suicidio programado?”. El informe nos dice que la situación no es grave, sino peor. No es posible en este espacio relatar todas las cosas tan graves que están sucediendo sobre todo en relación a los abortos, y donde el crecimiento poblacional va a la deriva. En diez años se han duplicado los abortos. Me duele saber que España va en el pelotón de cabeza en todo lo que se refiere al debacle de embriones y fetos masacrados y viaja en el furgón de cola en lo referente a políticas de ayuda a las familias.

Según estoy leyendo estos informes, me llega en el correo de siempre, unos escritos enviados por un colectivo llamado “Red Madre”. No lo conocía. Veo que se trata de una plataforma compuesta por muchas asociaciones “pro vida” que piden ayuda para que las mujeres embarazadas no se vean abocadas a abortar por falta de medios. Intentan brindarles ayuda de todo tipo, tal como la adopción a los posibles retoños; así como otras ayudas de tipo psicológico, económico o legal. Y piden que los poderes públicos se impliquen también en prestar estas ayudas. Se trata en pocas palabras de que dentro de este debacle, de este bombardeo mortífero, que se lleva cada año en Europa un millón dos cientas mil vidas, algunas mujeres puedan encontrar refugio y salvación para tener los niños, que ya anidan en sus entrañas. Me piden una firma para apoyar todo esto. Ahí la tienen, con todo el amor del mundo.