Pablo Bermejo
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17 de febrero de 2007
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Muchas veces recuerdo cuando de pequeño comía en el comedor de mi colegio. Después de comer y antes de que comenzaran las clases de la tarde todos pasábamos una hora en el patio del colegio jugando al fútbol, al baloncesto o cualquier historia que se nos ocurría. Cuando llegaban las tres de la tarde, los compañeros de clase que comían en sus casas comenzaban a aparecer en la puerta del colegio esperando a que la abrieran. Aunque hacía una hora que habíamos comido, después de hacer deporte nos apetecía tomar unas cuantas golosinas; así que les dábamos una moneda de cinco duros a nuestros compañeros de afuera para que nos compraran algo en el quiosco de la esquina, junto al colegio. Con toda tranquilidad nuestros amigos nos traían las golosinas y les dábamos una a cambio. Cuando pasaron unos cuantos años y ya no éramos tan niños comenzó a pasar algo curioso: nuestros amigos nos seguían comprando chucherías, pero siempre llegaban riéndose y comentando por lo bajo. Un día les preguntamos de qué se reían y nos dijeron que a la salida nos lo enseñaban. Y así fue, después de haber comprado durantes años en aquel quiosco, algo que siempre había estado allí nos llamó la atención. Fotos de mujeres desnudas, trucos para alargarse el pene y más revistas llamativas. Algo nuevo se había activado en nosotros, y los siguientes días jugábamos a intentar tocar las portadas de las chicas con los pechos más grandes. El quiosquero nos echaba la bronca y nos íbamos riendo.
Hoy me llama la atención la diferencia que existe entre lo difícil que era conseguir mirar detenidamente a esas revistas sin que nos gritaran, y la facilidad de hoy para cualquier niño de buscar esas fotos por Internet. O incluso sin querer buscarlas, las páginas pornográficas se abren por sí solas mientras buscas información sobre algún videojuego. Además ya no tienen que jugar a conseguir tocarlas, les basta con pulsar la tecla de imprimir. Lo que más risa me da son las herramientas de filtrado de contenido adulto; algo que se supone sirve para que los padres configuren un bloqueo automático de ese tipo de páginas cuando son sus hijos quienes saben manejar mejor el ordenador. Recuerdo mis travesuras de pequeño con inocencia, y creo que hoy se puede satisfacer demasiado la curiosidad de quien realmente no lo necesita.