Pablo Bermejo
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3 de febrero de 2007
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La semana pasada un amigo me invitó a ir a un nuevo restaurante kebab que habían abierto en la ciudad. Así que animado quedé con él y nos sentamos en una de las pocas mesas que quedaban libres. Comenzamos a comer y estábamos hablando de nuestras cosas cuando entró un chino (quizás no era de china) con varias películas que aún ni siquiera habían estrenado en el cine. Mi amigo le pidió que se acercara y pasó varias pero finalmente no compró ninguna. El vendedor siguió recorriendo el resto de mesas y mi compañero dijo con cara de disgusto: “Putos chinos…”.
Normalmente los comercios que hacen los kebabs, que tanto nos gustan a casi todos y que se han convertido en una moda, están dirigidos por extranjeros y es por esto que permiten más frecuentemente la entrada de otros vendedores ambulantes. Así que cuando pasaron diez minutos entró un africano imposible de decir de qué país era, esta vez con álbumes de música. Eso ya indignó a mi amigo y dijo con más que disgusto: “Putos negros…”. Mientras que el vendedor recorría las mesas intentando hacerse explicar, pues no conocía el castellano ni el inglés, mi amigo le contemplaba fijamente con recelo de que se acercara. Menos mal que acabamos de comer y pedimos la cuenta; la cual fue entregada por uno de los camareros cuya procedencia nuestra escasa cultura siempre nos impide concretar. Curiosamente, a éste extranjero mi amigo le sonrió y le dio las gracias. Debía de ser que le gustó la carne de kebab.
Más tarde fuimos a echar una copa y entró un chino (éste sí era chino que lo conocemos todos) con flores, ante lo cual mi amigo se sonrió y dijo: “¡Mira, el de las flores!”. Yo ya no podía más y le pregunté: “¿A ti por qué no te enfadan el turco del kebab ni el chino de las flores, pero sí el chino de las películas y el africano de la música?” Se dio cuenta que había algo en lo que se había contradicho a lo largo de la noche, así que respondió lo que ya todos hemos oído: “No quieren otra cosa que quitarnos el trabajo y liarla por la calle”. A lo cual ustedes y yo le contestamos: “¿Estas personas la van a liar vendiendo ambulantemente? ¿Y tú, es que quieres dedicarte a vender DVDs?”