Manuel de Diego Martín

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23 de octubre de 2010

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Una de las cosas que se me hacen más insufribles es ver a un niño  inapetente, ante quien la mamá, el papá, los abuelitos tienen que pasar horas muertas contemplando al nene a ver si por fin come un poquito.  Aunque esto sea difícil, al chiquillo no se le puede dejar, pues en el comer le va la vida.

En una sociedad secularizada, más aún secularista, en la que se tiene una animadversión a todo lo religioso, una inapetencia radical hacia las cosas de Dios,  querer hablar del “Domund”, es decir, de las Misiones, parece que está por demás,  es un poco predicar en desierto.

Cuando hablas de este tema, parece que te perdonan la vida cuando les muestras la dimensión social de las misiones.  En los campos de misión, que suelen coincidir con los lugares más pobres de la tierra,  se intenta por todos los medios que la gente tenga pan, agua, escuela, servicios sanitarios, y todo lo que ayude al ser humano a vivir con más dignidad.  Pero lo fundamental, lo esencial  en la actividad misionera es que la gente conozca a Jesús de Nazaret, al Hijo de Dios, al Hijo de María que es camino, vida y salvación para el mundo.

Hoy celebramos el día del “Domund”  Este año el eslogan de la jornada es “Queremos ver a Jesús”  La expresión está tomada del evangelio y hace referencia a aquella petición que hicieron unos griegos ante los discípulos de Jesús, en que expresaban el deseo que tenían de conocer a su Maestro.  Si hay gente que quiere ver a Jesús, nosotros creyentes en El, tenemos la obligación urgente de mostrárselo.  No podemos quedar indiferentes. Pero ¿es que hoy encontramos a gente que quiera de verdad ver a Jesús? Claro que sí.

Diez años estuve en África como misionero.  Doy fe de que hay muchos pueblos que quieren conocer a Jesús.   De igual manera que allá no encontraba niños inapetentes, y ante un plato de arroz no dejaban ni un grano, de igual manera encontraba gentes que con verdadera pasión querían conocer el evangelio. Recuerdo aquellos jóvenes que eran alfabetizados y a través de la lectura de los evangelios, no teníamos otra literatura, aprendían a leer correctamente en su lengua, y se los aprendían de memoria.

El “Domund” hoy tiene un doble mensaje.  En primer lugar es una llamada para que las viejas cristiandades no perdamos el apetito de conocer a Jesús,  para que no nos entre una anemia espiritual de muerte. Y también recordar que los pueblos que no lo conocen, tengan la posibilidad de conocerlo.  Pues Jesús de Nazaret es vida y salvación para todo el mundo.